En el centro de nuestros universos, un año más el ciclo se renueva brindándonos la ocasión de mirar hacia atrás, de comprender el pasado, de mirar hacia adelante, de hacernos dueños de los nuevos destinos que nos fijemos.

Ahora, hoy, cuando el receso navideño nos permite reposar por unos instantes nuestras miradas, mi invitación de este año no es otra que sugerir un tiempo para caer en la cuenta de lo cercano, de lo más próximo, de lo inmediato.

Quizá descubramos que, en términos de balance final, cuente más reparar en la llama que alimenta nuestros corazones que dejarse guiar por esa luz -tal vez inquietante- del final del túnel.

¡Feliz Navidad! Y próspero Año Nuevo.

Transcripción:

“Gracias”

 

Es esta la más bella palabra que puede sellar el término de un viaje.

Ha sido este un periplo fascinante. Lo inicié en solitario, pero no haría honor a la verdad si no estuviese dispuesto a reconocer que desde el inicio albergué el deseo de encontrar compañeros de camino, pues tenía el presentimiento de que mi viaje solo cobraría sentido si alcanzaba a satisfacer el ansia de compartir inquietudes y paisajes, si me atrevía a airear mi mirada, si lograba conectar anhelos y experiencias… hasta concluir una andadura que no acertaba a vislumbrar cuánto podría durar…

Admitámoslo, al término, por mucho que pese dejar atrás el camino recorrido, siempre se sabe cuándo el viaje ha llegado a su fin. Y, al fin, con el último paso solo cabe depositar la vista en el confín para dar rienda suelta al destino y emprender nuevas aventuras si se acierta a cerrar la puerta que nos trajo hasta aquí. Renovados derroteros así lo exigen.

Llegado a este punto de mi travesía, cuando el término se ha colmatado, he de reconocer que todavía me siento en compañía de numerosos amigos que permanecen en mi recuerdo. Algunos que fueron fugaces y otros tantos que han persistido conmigo -o yo con ellos- hasta el final. A todos os llevo con cariño.

Habéis sido vosotros, todos y cada uno de vosotros, los que habéis insuflado un sentido muy preciso a esta andadura: la aventura de escribir o describir un camino; sois vosotros, al fin, quienes habéis hecho que mi viaje se fuera cumpliendo día a día. Y os agradezco de corazón tanta generosidad. Mi ruta, sin vosotros, se habría perdido en la espesura de un discurso vacuo. Os debo, por tanto, el hilo que me ha permitido expresarme, para ir ganando con cada línea un paso, con cada artículo una etapa.

Hoy, a las puertas mismas del todavía imberbe siglo 21, difícilmente alguien podría afirmar que la meta determina el término de un viaje, pues con más de dos mil años de trayectoria ha quedado suficientemente demostrado que la mística del viaje reside en el camino mismo, que su magia estriba en poner la mirada en cada paso, que cada trecho representa un aliciente más para, echando la mirada atrás, desear abrazar el horizonte que soñamos…, que nos venimos forjando. Y también ha quedado probado que el mojón ese, el que señala el último punto al que llegarse, tan solo simboliza la evidencia más palpable de que nuestro transitar prosigue…, que se continúa, al menos, hasta regresar al valle, a esa plácida vega, a esa llanura acogedora, entre alturas y montes, en la que reponer fuerzas. Un campo base propicio para dar cabida a nuevas inquietudes y emprender, renovados, nuevos senderos que, como la vida, se trazan verticales y se ascienden en espiral.

Este transitar entre personas y pirámides organizacionales, exponiendo ideas sobre cómo poderse plantear la mejora de la gestión del factor humano, que -no lo duden- representa el único y esencial hálito empresarial, ha durado 11 años. Tiempo en el que puedo decir que me mereció la pena superar muchas fisuras filosóficas. Pasar de largo de las trochas dominantes. Franquear pasajes expuestos al filo de ideas tan resbaladizas como húmedas llambrias. Trepar por numerosas canales vertiginosas en las que un raudal de tendencias puede desprenderse sobre uno al menor descuido. Sortear sólidos bloques conceptuales, tan vetustos como ásperos, tan descompuestos como sinuosos, que al modo de empinados ‘sedos’ al fin nos alzan centenares de metros sobre apacibles majadales… Aquí llegado, puedo y debo admitir con regocijo que las satisfacciones han compensado con creces tanto funambulismo sobre hipótesis e ideas. Una misión en la que tan solo la más férrea convicción sirve de soporte para tomar la vía ascensional trazada.

Salí de puerto en la amanecida del primer domingo de mayo de 2006 para circunvalar un propósito: poner a las personas en el centro de las organizaciones. Misión que comprendí que concluyó de golpe en la hora de la misericordia de la Noche Buena de 2017.

Aquella travesía de mil kilómetros, que dio comienzo con la galerna y cuya primera estela tracé a bordo de otra nave de la que hoy no quedan ni las cenizas que el mistral disipó, ha recreado propuestas que en esta bitácora permanecen como testimonio de mis perspectivas: mi visión y opiniones sobre hechos que acontecen a personas y organizaciones.

Gracias por haberme acompañado hasta aquí.

Hoy, impulsado por el gregal, emprendo otros caminos a la búsqueda de mi particular grial. Otras tierras altas me esperan. Quizá – ¡Ojalá! – nos encontremos en ellas…

¡Fluye Caminante!

© jvillalba

Cinco atributos nos acercan al significado de profesionalidad: perfil competencial, saber hacer, actitud positiva, comportamiento ético y obtención de resultados.

[Artículo completo publicado el 28.12.17 en el blog Con tu Negocio].

En una sociedad digital, en la que también las empresas medianas y pequeñas han tenido que asumir el reto ineludible de la transformación, lo que a algunos empresarios no les ha quedado claro es que tal cambio no es en esencia un asunto tecnológico.

[Artículo completo publicado el 15.12.17 en el blog Con tu Negocio].

Me sorprende que la “actitud positiva” solo sea relevante para un tercio de las empresas a la hora de definir al candidato o al empleado ideal.

[Artículo completo publicado el 27.11.17 en el blog Con tu Negocio].

El arte de dirigir requiere un mínimo de solvencia para que pueda practicarse con éxito y sin dañar estructuras ni personas que integran la organización.

[Artículo completo publicado el 08.11.17 en el blog Con tu Negocio].

007Hay libros de management con enfoque académico, otros que adoptan la fabulación con la pretensión de aleccionarnos y, en esa ingente biblioteca de empresa, también podemos encontrar alguno escrito desde la observación, con la introspección de la mano, documentos basados en la vivencia, creados con agudeza y no exentos de sarcasmo porque, si a la psicología del chiste nos remitimos, la chanza, el contraste agrandado, la burlesca dramatización inesperada no sólo resultan licencias sorpresivas, son recursos elocuentes en el necesario contraste con la realidad. Así es como me parece que Jesús Portilla Jiménez ha ido desgranando, a lo largo de 143 páginas, una crítica a esos jefes ‘de pacotilla’, incompetentes, que se creen con licencia para mandar esgrimiendo, por único argumento, una de las bases más débiles de la autoridad: su rango. Dejando al descubierto su falta de visión y el aletargamiento en el que han sumido su sensibilidad.

Releyendo el volumen impreso, me cabe la satisfacción de saber que Jesús me brindó la ocasión de conocer su propósito antes de que su manuscrito llegara a la imprenta, por lo que puedo atestiguar que lo ha realizado con mimo, que ha revisado sus páginas una y otra vez, que ha querido dejar muy claro que su libro alberga el propósito de ser considerado una crítica constructiva, una alerta para jefes noveles, y no tan nuevos, que tienen en su mano hacerse mejores mandos, pues el autor de “El podio de los triunfadores” considera que va siendo necesario humanizar las empresas y piensa –con acierto- que la función principal de los jefes es impulsar y contribuir a desarrollar a aquellos sobre quienes se les ha conferido una responsabilidad de mando. Y, en efecto, la función servicio es la misión esencial de los líderes.

Líder 007 con licencia para mandar” es un libro que se deja leer con facilidad. Partiendo de numerosas anécdotas, tan reales como la vida misma, Portilla aporta sus comentarios, muchas veces sustanciosos, tratando de estimular la reflexión sobre el significado del verbo mandar.

Uno de los aspectos que más me ha gustado de esta obra es que “007” obra la vez de lo que en dinámica de grupos se conoce como el “emergente”. Un rol que expone lo que todo el grupo piensa y nadie se atreve a expresar. Y, siendo así, el prolijo escrito de Jesús aporta la ventaja de permitir escuchar lo que la gente piensa, lo que los subordinados se callan. Deja oír -a quien quiera escuchar- lo que pocos se atreverían a decirles, cara a cara, a esos mandos de postureo que todos conocemos o hemos conocido.

Un libro apto para mandos y no mandos y, desde luego, para quienes aspiran a no incurrir en los errores del anti-liderazgo.

Las evidencias de que disponemos nos permiten suponer que el futuro de los MOOC dependerá de la evolución que experimenten hibridando soluciones que subsanen sus actuales deficiencias.

[Artículo completo publicado el 24.10.17 en el blog Con tu Negocio].

Los exámenes psicológicos con finalidad empleadora se encuentran en la frontera entre el respeto a la privacidad y la violación de la intimidad.

[Artículo completo publicado el 09.10.17 en el blog Con tu Negocio].

Autor

Javier Villalba

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Apolo recorrió la tierra y los infiernos... Sumido en un sueño profundo surcó la grande mar a nado y bajó hasta las profundidades abisales en busca de sí mismo...