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Extraigo textualmente un párrafo del “avance de resultados estudio OCHE” – Perfil del directivo en España (INFOVA)- que cité en el post anterior:

(…) “Se trata de un colectivo que detecta problemas en el estilo de dirección de sus jefes; la comunicación interna dentro de la empresa resulta difícil y compleja. Los directivos se muestran más autocomplacientes con su propia gestión, y más críticos con la de sus jefes y la figura de la empresa a la que pertenecen. Un ejemplo de ello, está en la dinámica de las reuniones de trabajo: existe una dificultad manifiesta a la hora de alcanzar una adecuada conciencia de equipo. No son mayoría los que aseguran que sus jefes favorecen las habilidades directivas de los profesionales de la empresa.” (…)

Cuando en una organización se reconoce, implícita o explícitamente, que la comunicación no funciona podemos elaborar planes de acción, plantear diferentes alternativas y acogernos a otros modelos en un intento de tratar de romper la situación actual, pero probablemente lo único que se consiga sea poner más de manifiesto la inoperancia del contexto para normalizar la situación y la incompetencia gestora de los dirigentes para administrar responsablemente la empresa, toda vez que admitamos que comunicación responsable es sinónimo de gestión responsable.

Lo que es innegable es que cuando la comunicación no funciona, la empresa va a la deriva.

Y es que en esta materia hay mucho complejo y mucho temor inconfeso de los que hay que saberse desprender antes de empezar a pretender construir modelos de comunicación responsable que estarían descontextualizados y alejados de la más inmediata realidad diaria como si con el mazo dando y a Dios rogando fuese a obrarse el milagro de la reconstrucción comunicacional, cuando hay empresas en las que la contradicción in terminis es el pan nuestro de cada día.

No descubro nada nuevo afirmando que la comunicación se conforma con información y hechos, se declama y se materializa en conductas, se proclama y se concreta en actos, se construye con mensajes y realidades, cuestión que une indisolublemente el decir con el hacer.

En este escenario de palabras y obras, convencimiento y actitud marcan la senda de la coherencia organizativa y representan la semilla de la credibilidad directiva.

Se da el caso de que la posesión de una tarjeta de visita, ilustrada con membrete, cual prueba testifical que fuera desgranando cargos en la filigrana estructural, no es garantía suficiente para dotar a su poseedor de poderes especiales; quienes la espetan son aquellos que, curiosamente, obrarán de manera contraria y/o contradictoria a sus dichos, prédicas, arengas y pastorales directivas. Por sus obras les conoceréis…

Razones que lo explican -no que lo justifican- hay unas pocas. Entre otras, las diez que siguen:

  1. Ignorancia intelectual que se disimula bajo ribetes de prepotencia expresada en afirmaciones infalibles. Ignorancia que se expande como el Universo debido a la incapacidad para reconocerla y poder empezar a aprender. Son directivos que hacen gala de su absoluta falta de sentido común.
  2. Haber tocado techo competencial, pues hoy se requieren líderes con visión holística y talento para dirigir personas, en ocasiones más capacitadas o más maduras. Se trata de directivos acomplejados que no leyeron en su momento a Wilhelm Reich*.
  3. Miedo cerval a dar la cara, pues ello les obligaría a explicar la estrategia de bandazos como consecuencia del modelo de gestión por acontecimientos  que caracteriza su estilo directivo. Son aquellos cuyo desconocimiento del acimut es manifiesto y no tienen capacidad para establecer la derrota de la nave, pero nos llevan por cualquier derrotero que ofrezca la industria del Management.
  4. Pánico a tener que dar explicaciones y a abrirse al diálogo por falta de rigurosidad, de convencimiento y de seguridad personal, profesional o ambas. Se les reconoce por su continuo comportamiento de huida, su apretado agendario, que justifica su habitual falta de tiempo, y la imposibilidad de encontrarles cuando más se les necesita.
  5. Indignidad racionalizada con adjudicación de responsabilidades insostenibles a chivos expiatorios de turno que ni deciden ni dirigen ni tienen capacidad para cambiar situaciones y que suelen ser siempre subordinados del indigno que se llama a andanas. Son personalidades, como poco, de dudosa ética, habitualmente sobrepasados en su función, cuya egolatría y egoísmo les impide dimitir para no perder cargo, prebendas y emolumentos y para defender a los suyos, que él traduce en singular.
  6. Rivalidad, las más de las veces imaginaria, con profesionales a los que reconoce competencia sobrada como para hacerles sombra o ser capaces de ponerles en evidencia. Son ésos que se rodean de mediocres, expertos en edificar techos de cristal, que suelen incumplir plazos y compromisos y que se caracterizan por etiquetar todo asunto que por sus manos pasa de top secret. Su estilo de dirección utiliza los favoritismos, se mueve por pasillos, abre puertas traseras y se basa en el conchabeo para urdir sus artimañas.
  7. Silencios elocuentes. Propios de directivos educados en la ‘venta de la moto’, cuya actividad, deliberadamente oculta, se despliega para establecer apaños, enredos, agravios o injusticias que, de desvelarse, pondrían de manifiesto su inmoralidad, cuestión que obvian tendiendo a imponer la contemporización y que para ello usan frases hechas teñidas de verosimilitud.
  8. Prepotencia incontinente. Aqueja a quienes sienten un desprecio irrefrenable por las personas, cuando no por la humanidad o por las minorías o por lo diferencial y obran de tal manera que muestran abiertamente su falta de respeto, tacto y educación, así como su incapacidad para la convivencia y el trabajo en equipo. Suelen ser de esos que prorrumpen en posesión de la verdad.
  9. Presunción. Descubre a quienes aparentan un estilo de gestión que ni encuentra reflejo en la realidad ni amparo en los hechos que acontecen con su sello, pues centran todos sus esfuerzos en disimular su impronta mediante discursos, normalmente percibidos como vacíos. Dime de qué presumes…
  10. Simple y llanamente, padecer narcisismo, albergar delirios de grandeza o creer que la realidad se divide en dos: buenos y malos, lo que determina una visión esquizoparanoide sobre amigos y enemigos.

[La cuestión de fondo sigue siendo la visión miope sobre el perfil tipológico de personas requerido por la organización, acrecentada por una patética política de promoción, reclutamiento, enchufismo y selección de directivos, que también suele hacerse extensiva al resto de puestos de la organización.]

Cuando ya se reconoce explícitamente que la comunicación no funciona, la situación no se corrige salvo que se quiera corregir.

Un indicador para medir la verdadera intención de las cúpulas incursas en procesos de desarrollo comunicacional, en la empresa, máxime cuando las situaciones son críticas, es valorar la cantidad y el alcance de los cambios, incluso los tildados de traumáticos, a introducir para hacer progresar indubitablemente un estilo y modelo de gestión responsable.

Antes de iniciar proyecto alguno, háganse la pregunta del millón: ¿Hasta dónde están dispuestos a llegar?

© jvillalba

Reich, Wilhelm. “Escucha pequeño hombre”. Ed. Bruguera. Barcelona, 1983

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"Responabilidad i+"

La semana daba comienzo con la presentación, en el Club de Excelencia en Sostenibilidad, del mapa para la implantación de un marco RSE en las PYMES, noticia sin duda importante de la que se han hecho numerosos medios.

Para acceder a la guía hay que acudir a Responsabilidad i+, darse de alta, confirmar la cuenta de correo introducida y reingresar para descargar on line la película de flash en que se presenta. Un aporte original, con una buena ayuda visual y cuyo enfoque permite tanto un acercamiento intuitivo como promover un debate interno en el seno de la propia PYME entre quienes deban participar en la construcción de su propio modelo RSE.

Un ‘transporte estratégico’ (patrocinado por el Ayuntamiento de Madrid, interesado en promover “el desarrollo de la empresa responsable y sostenible”, y de cuya elaboración se ha responsabilizado PricewaterhouseCoopers) que se articula sobre los 7 ejes (Empleados, Clientes, Medio Ambiente, Comunidad, Proveedores, Administraciones Públicas y Estrategia RSE) que requiere la implantación de un paradigma RSE en las empresas: 6 grupos de interés alineados sobre la estrategia RSE (línea circular) que se haya determinado y comprometido.

Una topografía underground que, partiendo de la realidad más inmediata, nos muestra el horizonte al que podríamos llegar tras el análisis y posicionamiento sobre cada estación de la línea.

Una invitación, al fin, para trascender de la palabra a los hechos.

[Nota de prensa] [Noticias]

© jvillalba

“El 80% de los dircom encuestados define la RSE como sostenibilidad económica, social y medioambiental.”

Suspenso en RSE (no lo digo yo); éste ha sido el titular (“Los dircom suspenden a las pymes en responsabilidad social”) elegido por el diario libre de información económica Negocio & Financiero (página 28) para hacerse eco del estudio “Encuesta de Responsabilidad Social Empresarial” realizado en Octubre de este año por la Asociación de Directivos de Comunicación, Dircom, cuya nota de prensa se publicó el 17 de Noviembre en su Website.

Marketing Directo y El Global (página 18) recogían la noticia, apoyándose, respectivamente,  en dos de las conclusiones del estudio: “Los directores de Comunicación piensan que la RSE deba avanzar más en España» y “El 90% de los dircom concede una importancia muy alta a la RSE».

Según lo veo, no deja de ser un estudio de percepciones, pero a mi entender válido, quizá por la fuerte coincidencia de mi visión con los resultados de la encuesta.

La cuestión de la RSE tiene, entre otras muchas, dos facetas también a considerar, la fuerza de la demanda del público, en lo tocante a la exigencia de prácticas éticas en las empresas, y la del diálogo promocional de la propia empresa con la sociedad en materia de responsabilidad social. (Por acudir al ejemplo fácil. Si es usted inversor y no se preocupa de saber si le han colocado acciones en empresas armamentísticas o tabaqueras, por poner el caso, entonces he de suponer que su inversión no es responsable en términos RSE).

“Uno de cada dos dircom cree que la RSE es más alta en las organizaciones sociales que en las empresas”.

En cuanto a lo primero creo que en España todavía no percibo una exigencia fuerte, por parte del público, en lo que se refiere a anteponer el cumplimiento de los compromisos éticos de las empresas al consumo, quizá también –diré como eximente- por desconocidos o incomunicados. Pero es verdad que debido a influencias foráneas y grupos de presión minoritarios, así como por el proceso de ósmosis informativa, el lenguaje de la responsabilidad parece que se está abriendo paso en nuestra sociedad, en la que, sin duda, el debate no ha concluido.

“Según el estudio citado, un 75% de los dircom opinan que la sociedad española demanda a las empresas una mayor atención a la RSE, pero sin demasiada exigencia”.

Por otra parte, hablando en general, no tengo la certeza de que el paradigma mayoritario de gestión sea el responsable, el de la RSE, sino que albergo la sospecha de que códigos y memorias responden, en muchos casos, más a un esfuerzo publicitario, de imagen, que a otra cosa (salvo en todas las honrosas excepciones sobre las que usted pueda alertarme).

“Dos de cada tres dircom cree que las empresas están poco sensibilizadas con la RSE”.

“El 80% coincide que las PYME incluyen en menor medida la RSE en sus políticas”.

Según el citado estudio, “La memoria de sostenibilidad es la manera más habitual de poner en valor la RSE”.

Creo, en fin, que tendemos en exceso a poner el acento en los entes empresas olvidándonos de que detrás de ellas están las personas que las gestionan y, al tiempo, tendemos a descargar a la sociedad (a nosotros, a los ciudadanos) de su misión reguladora también en este ámbito; sociedad en la que, por otra parte, ya es notoria y manifiesta la pérdida o inversión de los valores sociales.

“Más del 40% percibe que a los grupos de interés les falta sensibilidad hacia la RSE”.

Resulta curioso que los profesionales de las empresas, ciudadanos también, al fin y al cabo, sean más conscientes de la necesidad que tienen las empresas, en un marco de sostenibilidad, de definir, adoptar y comunicar su posicionamiento RSE que la sociedad española entendida como un conjunto de personas que compartimos suelo y ciudadanía, cuando unos y otros somos los mismos.

“El 63% de los dircom se da cuenta de que la sociedad percibe actualmente un abuso o banalización de la RSE”.

¿Qué pesa más para el consumidor en territorio español: calidad, precio o respeto al medio ambiente? La percepción de los dircom, ciudadanos y consumidores, está clara: en primer lugar el precio (58,06%), seguidamente la suma equilibrada de calidad + precio + respeto al medio ambiente (30,11%), luego la calidad del producto adquirido o del servicio dispensado (10,75%) y, finalmente, el respeto al medio ambiente (1,08%)

¿Qué imagen nos dejan estos resultados sobre los consumidores? En mi opinión, no buena. Personas, en general, con despreocupación por el medio ambiente, más interesadas en lo barato, en el chollo, en lo accesible o en lo que se cifra a precios populares y que prestan menor atención a la calidad que al precio de lo que consumen. Por suerte, no así para una tercera parte cuyas opciones de compra consideran y supongo que sopesan todas las variables mencionadas: productos y servicios con una buena relación calidad-precio y poco contaminantes o que no contribuyan a degradar el medio ambiente.

“La mitad de los dircom encuestados piensa que se concede una alta o muy alta importancia a la RSE en la empresa para la que trabaja”.

© jvillalba

¿Es importante la comunicación interna?

La semana pasada tuve ocasión de comer con un alto directivo español que, sin dudarlo, sentenció lo que todo el mundo sostiene: «La importancia de la comunicación está fuera de toda duda.» «Si, es cierto, su importancia es trascendental.» –Seguimos charlando amigablemente sobre esta cuestión-.

Los hechos son los hechos, por lo que tenemos ocasión de considerar también algunos indicadores sobre la importancia que, más allá de las declaraciones, tienen ésta (la comunicación interna) u otras funciones ‘blandas’ en las empresas.

Recursos económicos:  presupuesto. Porcentaje sobre ventas. (1) ¿Tiene o no asignado presupuesto propio?; (2) si lo tiene, ¿en qué cuantía y sobre qué parámetro? Para ello podemos establecer 4 intervalos, por ejemplo sobre ventas: (0.1%-0.4%), (0.5%-1%), (1.1%-2%) y (> 2%)

Recursos humanos: personas. (1) ¿Cuenta la función con recursos propios y/o compartidos? (2) En tales casos, en qué cantidad a full-time (1; 2-3; 4-5; > 6) o a part-time (1-3; 4-5; 6-10; > 10) Qué porcentaje representan los recursos con los que se dota la función.

Recurso tiempo: atención. ¿Qué tiempo de atención le dedica la alta dirección a la función? Puede que no despache ni se reúne con la alta dirección o, por el contrario, que la frecuencia sea: (1) Infrecuente: sólo cuando es necesario o anualmente. (2) Baja: despacha semestral o trimestralmente. (3) Media: despacha mensual o quincenalmente. (4) Alta: despacha semanalmente y, en ocasiones, a diario.

Recurso tiempo: dedicación. ¿Qué tiempo de dedicación puede computarse que destinan directivos y mandos a la función? El abanico de posibilidades puede extenderse desde cero horas de dedicación a (1) Tener un plan de reuniones periódicas que se incumple o suele incumplirse debido a otras prioridades. (2) resulta infrecuente: se reúne sólo cuando es necesario o anualmente. (3) tiene una frecuencia baja: se reúne semestral o trimestralmente. (4) Media-alta: se reúne mensual o quincenalmente.

Rango (de la comunicación). La jerarquía en las empresas es un indicador de importancia que se vincula con el grado de detención de poder que se confiere a una función. En el caso de la comunicación, puede que no exista como tal la función (no tiene reflejo en el organigrama) y que dicha actividad la asuma y la realice otra área o que, incluso, se produzca sin regulación alguna, pero también puede considerarse (1) que se trata de un órgano staff, que no depende de la alta dirección; (2) puede tener la consideración de una sección técnica al servicio de un Departamento, (3) constituirse como una dirección de Departamento, pero sin estar integrada en el comité estratégico o (4), además, estar integrada en el comité de dirección estratégica.

Dependencia (de la comunicación interna). Rango y dependencia van unidos, por lo que la comunicación interna puede estar considerad como (1) un Staff técnico; (2) puede depender de de una dirección de departamento cualquiera (RRHH, Marketing, Administración, otra), (3) tener una dependencia natural de la dirección de comunicación o (4) ser una función directamente dependiente de la alta dirección.

Demanda de servicios. Como todo servicio, lo lógico es que la comunicación, en su conjunto y por especialidades, además de su actividad habitual, disponga de una cartera de servicios que ofrecer a sus ‘clientes’. No parece descabellado pensar, o inferir, si se prefiere, que a mayor demanda mejor consideración tendrá la función en la organización, demanda que podría escalarse en grados: (1) Esporádicamente: salvo excepciones, no se requieren sus servicios bajo demanda; o estar sujeta a una frecuencia estimada que: (2) no supera el 10% de la actividad anual; (3) oscila entre el 10% y el 20% de la actividad anual; (4) es frecuente, se sitúa por encima del 20% de la actividad anual, o (5) resulta habitual, se cifra por encima del 30% de la actividad anual.

Participación. Si la función de comunicación es considerada importante, con probabilidad será requerida su intervención en materias en las que la comunicación resulte un elemento esencial de las mismas y, en general, en lo tocante a la gestión de intangibles, entre los que se pueden citar: la cultura y estilo de empresa, la RSE/RSI, la gestión del conocimiento y el tratamiento de la información, el posicionamiento de la empresa en cuanto a reputación, notoriedad, imagen de marca y marca interna y otras cuestiones que directamente atañen a las personas como bien puede ser la definición de la propuesta de valor como empleador.

Con dicha visión, la comunicación podrá ser no llamada a intervenir o su participación podrá ser (1) Colateral, la participación se produce de  manera indirecta, limitándose a algunas fases o interviniendo sólo al final del proceso para informar de las medidas o de los resultados; (2) Ocasional, se participa sólo en algunos proyectos o en alguna de las fases, entre las que se incluye la fase de planeamiento de la información; (3) Plena, se interviene sin excepción en todos los proyectos de dicha clase o podrá (4) ejercer el liderazgo de esta clase de proyectos.

© jvillalba

 

Se ha comentado mucho el caso France Telecom y el gobierno francés parece que ha optado por tomar medidas. Así, las empresas de más de mil trabajadores tendrán que negociar con los sindicatos la adopción de medidas preventivas del estrés laboral y deberán presentar un plan de acción con fecha límite el primero de febrero.

El asunto, que ya saltó a los medios de comunicación y está pendiente de auditarse, en un esfuerzo por averiguar las causas, arroja -a día de hoy- una cifra de 25 suicidios y 14 intentos fallidos en año y medio y cuenta con algunos testimonios de los propios suicidas, argumentos que oscilan entre la incapacidad para “afrontar otra reorganización” y la denuncia de “un sistema de gestión basado en el terror”.

Para ampliar este resumen, merece la pena leer el artículo de Ariadna Trillas, publicado el día 10 en El País, y conocer la visión que aporta Guillermo Edelberg en su artículo 170: Suicidios en el lugar de trabajo.

Obviamente ‘la empresa’ no es responsable de tales hechos, si bien ello la pone ante un serio problema de reputación, pues no cabe duda de que la vida diaria en los trabajos, el entorno social, en particular, y el ambiente en general de alguna manera influyen en el ánimo de las personas y, dependiendo de su mayor o menor resistencia a la frustración y según sea la personalidad premórbida de cada quien o las circunstancias por las que atraviesen los individuos, el acontecer de la empresa, podrá influir de una u otra manera.

Pero las empresas, es decir, quienes las dirigen sí son responsables de cómo se reinterpreta la realidad en esa organización, de cómo se afronta la presión del mercado y de qué prácticas se instauran para contrarrestar la pujanza de los competidores; los dirigentes de las empresas, y por extensión toda la cadena de mando, sí que tienen la responsabilidad sobre el estilo de conducta a adoptar en esa ‘carrera feroz hacia la rentabilidad’, cuestiones que influyen en el estado de salud de la organización [Tatum 2009], determinando un tipo de clima en las relaciones humanas.

El debate que suscitan estos acontecimientos no es otro que el de la responsabilidad social de las empresas con uno de sus principales –y no por ello el último- grupos de interés en materia de IPF: índice de políticas de felicidad y, por ende, de prevención de la salud. ¿Tienen o no alguna responsabilidad que integrar en sus  contraprestaciones las empresas en relación con la mejora de las vidas de sus trabajadores?

© jvillalba

Jefes tóxicos: artículo de 12 de enero de 2008, publicado en El País, sección Salud.

IFN Índice de Felicidad Nacional (Facebook)

Observatorio de la Empresa Familiarmente Responsable

Observatorio Permanente de Riesgos Psicosociales

Encuesta Nacional sobre las Condiciones del Trabajo

Asociación de Especialistas en Prevención y Salud Laboral –AEPSAL

Ivan du Roy. Orange stressé

Resulta reconfortante que algunos lancen a la sociedad el mensaje de la importancia de las habilidades blandas para el ejercicio de la gerencia, cuya función requiere el desarrollo de un repertorio competencial que no sólo puede circunscribirse al ámbito de la capacitación técnica, que debe darse por supuesta, como el valor.

¿Cuántas veces hemos oído que la función directiva no es otra que  el arte de saber “hacer hacer”? ¿Cómo lograrlo sin la habilidad para hacerse comprender y entusiasmar? ¿Cómo con la credibilidad mermada? ¿De qué manera incurriendo en el hiato de la contradicción teoría-práctica?

Hace cuatro años (2006) que se concedieron los primeros premios a los directivos Plus del año en esta iniciativa que promueve directivosplus.com: “la comunidad de los directivos influyentes”, creada por Profesionalia, S.A., que también promociona la comunidad secretaria.plus.com.

El próximo 1 de octubre habrán desfilado por Mirasierra Suites Hotel de Madrid los 20 directivos del año que han sido elegidos, por un prestigioso jurado, de entre los 300 finalistas que, a su vez, fueron preseleccionados entre las 1.354 candidaturas propuestas por los propios colaboradores.

En el acto, que presidirán Esperanza Aguirre, Gerardo Díaz Ferrán y José Luis Gómez Alziturri, los organizadores aprovecharán para presentar el libro  “Rodéate de gente mejor que tú. Los mejores consejos de grandes directivos españoles”, que ha visto la luz –al igual que la edición anterior “Nadie avanza solo”- a partir de la compilación de los mejores consejos que relataran los 300 directivos más votados, pretendientes al codiciado galardón.

De los tres requisitos que exige la nominación de candidatos –propuestos de ‘abajo a arriba’-, el primero y el tercero son aspectos formales (conocer al propuesto y que éste acepte participar), mientras que el segundo pone el cedazo de la criba en las cualidades ‘blandas’ de los directivos, quienes a juicio de sus colaboradores han de destacar en alguno de los aspectos que se citan:

“credibilidad, confianza, honestidad, ser trabajador y dar ejemplo, capacidad de escucha, aceptación de críticas, liderazgo y ‘mano izquierda’, empatía y capacidad de comunicación, ser agentes motivadores, demostrar lealtad al equipo, delegar y dotar de recursos, ser capaces de extraer lo mejor de las personas y saberles transmitir su valor”

Sepa que, si quiere usted figurar entre los directivos plus de la próxima edición, debe ocuparse de desarrollar sus soft skills y de que éste, su talante, sea percibido así por colaboradores, pues en términos de relaciones humanas lo que prima es cómo le vean los demás en su conjunto (gestalt-señal), no cómo usted se sienta.

Si no sabe cómo hacerlo, siempre puede recurrir a Peggy Klaus -si la crisis se lo permite- o conformarse con otra legión de coaches que le podrán presentar un prometedor programa a la medida.

La dificultad no estriba en esto, sino en la actitud del dirigente (de las personas), que es lo que verdaderamente condiciona el aprendizaje y subsiguiente interiorización de este repertorio de habilidades blandas que se requieren para evolucionar de jefe a líder (una verdad tan vieja como el mundo ¿O no?).

© jvillalba

Premio y ganadores de la edición 2009 pueden consultarse en la Web del premio.

Directivos Plus Gran empresa

Óscar Sánchez González, D.G. y Consejero Delegado Kyocera Mita España. Jaime Echegoyen, Consejero Delegado Bankinter. José Batlle Duró, Chief Operation Officer Continental Europe  de CINESA/UCI/ODEON. José Boada Bravo, Presidente Pelayo Mutua de Seguros. Jon Ander Buenetxea, Director General Grupo Alfa. Juan Antonio Cruzado Ríos, Presidente de Grupo Vértice. Arturo Fernández Álvarez, Presidente Grupo Arturo Cantoblanco. Pablo Juantegui Azpilicueta, Vicepresidente del Consejo de Administración de Sanitas. José Gabriel Martín Aguilar, Vicepresidente Ejecutivo Grupo Áreas. Tomás Zumárraga Ortiz, Consejero Delegado de Bridgestone Hispania, S.A.

Directivos Plus PYME

Ginés Alarcón Martínez, Presidente de NAE. Lucas Carné Carcas, Socio co-fundador de Privalia. Ricardo Fisas Mulleras, Presidente de Natura Bissé. Antoni Flores Horcas, Presidente de LOOP Business Innovation. Celia García Torrens, Administradora única de Celtiart S.L. Ángel Mª Herrera Burguillo, CEO de BUBOK. Emilio Moreno Gómez, CEO de Softonic. Joshua Novick, Consejero Delegado de Antevenio. Antonio Pardo Tebar, Consejero Delegado de  Global Premium Brands. Ángel Riesgo Alcalde, Presidente Ejecutivo en Madrid DDB.

Autor

Javier Villalba

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