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Una directiva me contó que al hacerse cargo de un nuevo equipo, o incluso al incorporar a un nuevo colaborador, aplicaba una práctica que aprendió de su primer jefe, años atrás, cuando inició su carrera en una empresa norteamericana. Hoy, dicha directiva se sienta en la cúpula de una empresa internacional.

La que llamaré “Karen Thomas”, cada vez que iniciaba una nueva etapa con un equipo, al término de su presentación y declaraciones otorgaba a cada miembro un “mistake ticket” diciéndoles que les confiaba “un vale por un error” para que pudieran realizar su trabajo sin temor a equivocarse y, si llegaba el caso, para que tomaran la decisión que creyeran más conveniente para los intereses de la empresa.

Cuando alguno de sus colaboradores cometía un error en el ejercicio de sus responsabilidades, tras analizar y debatir el suceso, “Karen Thomas” le demandaba la entrega del vale que condonaba las supuestas consecuencias que se derivaban del error diciéndole:

“Como hemos acordado, has cometido un error y ahora lo sabes. También sabemos cuál hubiera sido la decisión más correcta. Por sus repercusiones, considero que este error vale un 50% de tu ticket. Valora esta situación y aprende de ella. Quiero que sepas que creo en ti y que de ti espero que hagas bien tu trabajo. Todavía tienes una reserva de confianza. Adminístrala y toma con acierto las decisiones que debas tomar. Si necesitas algo de mí, dímelo.”

“Karen Thomas” es una directiva respetada, que está muy bien valorada por todos sus colaboradores, pero también entre sus iguales y por sus superiores.

Deja margen para actuar, resulta accesible, se concentra en los resultados sin olvidar ni las formas ni los medios y sabe extraer enseñanzas de los errores. Al decir de quienes la conocen, tiene un estilo de dirección flexible, respetuoso con las personas y estimulante, incitando a sus colaboradores a la acción, ganándose su confianza e impulsándoles a dar lo mejor de si mismos; pero -como digo- en un entorno de exigencia natural, tanto con los compromisos asumidos como con los resultados de las unidades que dirigen sus colaboradores y sin menoscabo de un estilo de relaciones abierto, natural y de cierta cordialidad.

No me imagino a muchos directores entregándoles un “mistake ticket” a sus colaboradores más directos. ¿Por qué será? Todavía las empresas españolas son mayoritariamente masculinas, cuando no machistas; en las primeras imperan los rictus fálicos, en las segundas las conductas cargadas de testosterona. Y de la misma manera queda patente en otras muchas manifestaciones sociales. Sin embargo parece evidente que nuestros sistemas de gestión no progresan, o lo hacen muy lentamente; lo que me hace pensar que los negocios necesitan otro enfoque, quizá otras fórmulas de dirección menos falocéntricas, más plurales, donde el encuentro entre testosterona y prolactina sea posible lejos de representar un desencuentro, una lucha, una competencia desleal por la primacía del género. Necesitamos ir de la mano y enriquecernos incorporando ambas visiones. La asunción de diversidad también abarca la aceptación de lo masculino en convivencia con lo femenino.

No creo que a estas alturas alguien me niegue que mayoritariamente las mujeres en su conjunto no estén dando sobrados ejemplos de que su visión suma y cuenta, multiplica, consigue resultados donde otros no los obtuvieron antes y tampoco se me negará que, en conclusión, su concurso en las empresas  y en la vida social no solo es cuestión de cuotas, sino imperativo y necesario.

Ejemplos hay, por supuesto, para bien y para mal. Como también en el caso de los hombres; sólo que siendo nosotros más numerosos en los puestos directivos tenemos más ejemplos de los que avergonzarnos.

Por suerte percibo cada vez con más fuerza, y por derecho propio, la presencia femenina en las empresas y en la sociedad.

Creo que por ética, y no tanto por estética, reivindicar la presencia femenina en los puestos de mando de las empresas es un servicio que podemos y debemos prestar para conseguir renovar los modelos de negocio, contar con una visión renovada y hacer del trabajo una experiencia más enriquecedora.

© jvillalba

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“La Nueva gramática pone con claridad de manifiesto que la norma de corrección no la proporciona un solo país, sino que tiene carácter policéntrico.”

La Lengua siempre va por detrás del habla, si bien éste toma como referente a aquella. El habla, materializada en sus diversas expresiones por quienes la usamos representa una fórmula de comunicación por medio de la cual construimos sociedades y recreamos realidades.

Parafraseando a Millán Costaín -Instituto de Desenvolvimiento Gerencial de Brasil-, podríamos decir que la manera de vivir en sociedad  pasa por poner en común los diferentes intereses; es decir, conversando alrededor de ellos. La Lengua, aquí, juega un papel esencial y presencial. En dicho proceso, tal vez el rol académico más importante no sea otro que facilitar el proceso de convergencia social estableciendo bases para hacer compatible lo diverso en un esfuerzo de objetivación de realidades que ya están presentes en el habla de las personas.

La última edición de nuestra gramática data de 1931. El día 4 de diciembre ya se puso a la venta la nueva edición de la gramática de la lengua española que ahora deja de ser nuestra para compartirse entre los hispanohablantes, un logro basado en el consenso representado por 22 Academias que me parece aconsejable tener presentes:

  1. Real Academia Española
  2. Academia Colombiana de la Lengua
  3. Academia Ecuatoriana de la Lengua
  4. Academia Mexicana de la Lengua
  5. Academia Salvadoreña de la Lengua
  6. Academia Venezolana de la Lengua
  7. Academia Chilena de la Lengua
  8. Academia Peruana de la Lengua
  9. Academia Guatemalteca de la Lengua
  10. Academia Costarricense de la Lengua
  11. Academia Filipina de la Lengua Española
  12. Academia Panameña de la Lengua
  13. Academia Cubana de la Lengua
  14. Academia Paraguaya de la Lengua Española
  15. Academia Boliviana de la Lengua
  16. Academia Dominicana de la Lengua
  17. Academia Nicaragüense de la Lengua
  18. Academia Argentina de Letras
  19. Academia Nacional de Letras del Uruguay
  20. Academia Hondureña de la Lengua
  21. Academia Puertorriqueña de la Lengua Española
  22. Academia Norteamericana de la Lengua Española

Creo que este es un hecho comunicacional sin precedentes y dichoso para cualquier hispanohablante, pues ésta es una obra que contribuye a reducir distancias.

© jvillalba

Referencias: Prepublicación | Gramática española | El Mercurio Digital

“Durante 2010 está prevista la publicación del tomo de la fonética y fonología, que irá acompañado de un DVD con muestras de la pronunciación del español en las diferentes zonas.”

La voz de la igualdad está afónica, ahogada, perdida. El discurso de la igualdad se viene cimentando en la discriminación y amparando, que no fundamentando, en la inculpación indiscriminada de todo lo que huela a hombre, asimilando su significado al de macho. Discriminación, sí, aunque positiva –ya se ve, uniendo significados opuestos, sino antagónicos-. Inculpación, también, incurriendo en el juicio sumarísimo en flagrante dejación del principio de presunción de inocencia.

Es decir, estamos en los extremos. Extramuros de lo que -al menos yo- entiendo como sociedades civilizadas.

En el siglo en el que nos encontramos, me cuesta entender que todavía estemos en este kilómetro… En el que, sin buscarlas siquiera, a diario nos topamos con numerosas evidencias de sucesos caracterizados por la discriminación de género. Hechos discriminatorios, de derecho y de hecho, de gesto, de palabra, de obra y de omisión que, por emplear la aproximación estadística, me parece que tenemos que reconocer que son más frecuentes y cruentos –por desgracia- contra las mujeres que contra los hombres, que también venimos padeciendo en la vida cotidiana, y tan sólo por el hecho de serlo, el azote femenino –o por mejor decir, feminista- de quienes, creyéndose que están en el derecho, incurren con contundencia o irónicamente, en el hecho diferencial como único argumento de valor.

Anunciado en junio de 2008, hoy, el controvertido Ministerio de Igualdad pone a disposición del colectivo de los hombres un número de teléfono gratuito (900 21 00 21) para atender sus consultas desde las 09:00 hasta las 23:00 horas, de lunes a viernes, con disimulada diferencia del 016.

En aquella fecha, “(…) la ministra habló de un servicio telefónico para «resolver de forma pacífica las cuestiones surgidas en los conflictos de pareja en vez de recurrir a la violencia», lo que fue entendido por parlamentarios y periodistas como un teléfono para maltratadores.”Europa Press-.

Parece mentira, una pesadilla, que en una sociedad civilizada hayamos llegado a esto. La evidencia es que algunas y algunos –por desgracia- realmente necesitan echar mano de uno o de otro. ¡Tan inhumanos somos los humanos!

En este sentido no tienen desperdicio las declaraciones de Ana María Pérez del Campo, publicadas en La Razón el día 1, que transcribo para quienes no tuvieran ocasión de leer tales perlas:

(…)

“Sin embargo, las asociaciones de mujeres no ven el proyecto de Igualdad con buenos ojos. La presidenta de la Asociación de Mujeres Separadas y Divorciadas, Ana María Pérez del Campo, calificó el teléfono para hombres como «un error difícil de superar» por el Ministerio de Bibiana Aído. «Tenemos un disgusto profundo porque creemos que al final recogerá las quejas de los maltratadores y afines, aunque no digan abiertamente que lo son».

Según Pérez del Campo, la mayoría de las conversaciones de los hombres que recurran al teléfono gratuito serán del tipo «mi mujer me maltrata, no soporto la violencia psicológica, estoy arruinado…». En definitiva, «la iniciativa no va a contribuir a beneficiar la igualdad y la equivalencia entre hombres y mujeres».”

(…)

¿Qué opinan ustedes?

© jvillalba

Ni mujeres ni hombres, personas.

Le debo este vídeo a una amiga y compañera. Gracias, Cris_

Gloria Lomana, directora de informativos de Antena 3, escribe hoy, en La Razón, un interesante artículo de opinión (Mujeres escudo), referido al pasado debate de los presupuestos. En dicha columna hace un ejercicio de argumentación lucida y, entre otras metáforas, recuerda la frase de Indira Gandhi “El mundo te exige resultados, no le muestres al mundo tus dolores de parto… muéstrales el niño”.

“La verdad no tiene más que un camino”, pero la realidad, que solemos asimilarla a aquella, tiene múltiples aristas –al igual que las verdades- y, a nuestro pesar, o no, se reconstruye permanentemente como si cualquiera de nosotros pudiera diseñarla a voluntad. Y así es como funciona, haciendo que las cosas –la realidad- sean como las vemos; es decir, como nos conviene que sean. Y para lograrlo, lo comunicamos, lo reconstruimos sobre la base del lenguaje recreando imágenes mentales a las que tenemos que conferir verosimilitud si queremos ganar adeptos para la causa. Luego exportamos visiones para que quienes no tengan la suya, o no se quieran tomar la molestia de hacerla valer, importen cómodamente una perspectiva prêt à porter.

A estas alturas, cuando la moda nos lleva a editar manuales de lenguaje no-sexista y enarbolamos el paradigma de la Igualdad, somos al tiempo capaces –sin sonrojarnos- de declamar el panegírico de la diversidad y de reconocer, implícitamente, que la mayor prueba de que la discriminación, en razón del género, es también una realidad, es precisamente cuando nos consume la atención la omnipresente metáfora sexual, que es un asunto insuperable toda vez que va contra-natura, cuando lo natural sería reconocer las diferencias, asimilar que no somos ni podemos ni nos conviene ser iguales y que en ello estriba el verdadero valor, la riqueza de la convergencia sexual.

Ni mujeres ni hombres, personas. Personas inteligentes, capaces, generosas, empáticas sin renunciar a la propia perspectiva. Sexuadas y educadas, por favor. Y de acuerdo en una cuestión, al menos, en sumar perspectivas para ampliar un horizonte que cada vez resulte más ventajoso para el conjunto –mujeres y hombres-, para la humanidad, los pueblos y las personas, que son quienes construyen la sociedad.

Si, parafraseando a Lennon, “La vida es aquello que te ocurre mientras estás ocupado haciendo otros planes.” ¿No sería mejor reunir nuestras fuerzas en vez de  consumir nuestros esfuerzos en perpetuar la diferenciación improductiva?

© jvillalba

 

También creo que las ideas son un recurso ilimitado, pero que también las hay buenas y malas, provechosas y dañinas. Y también hay mucha creatividad en la maldad, como también hay mucha seducción en las palabras y en los discursos actuales, pero poca ‘chicha’, poco colaboracionismo, escasez de generosidad y parquedad en contribuciones. Las sociedades que más prosperan son las que más pueden, las que más tienen, las que más imponen, sutil o brutalmente. El estandarte de las 3 ‘tes’ se enarbolará, sin duda, por quienes pueden hacerlo para obtener múltiples beneficios, pero no con la intención de beneficiar ni al prójimo ni a los pueblos ni a las naciones. Vivimos en una economía global, u obligamos a vivir en ese paradigma, permitiendo las máximas diferencias, pero la menor diversidad.

 

© jvillalba

 

¿La asunción de la diversidad? ¿El reconocimiento del otro como sujeto-sujeto, centrípeto, independiente, reconocible por sus peculiaridades? ¿El creciente desinterés actual por los demás; tan tolerante que ni te importan? ¿La sociedad solipsista, individualista, del modelo americano? ¿Es verdad que estamos solos frente al resto del mundo? ¿Hablamos de mayor tolerancia en EEUU que en Europa cuando la primera nación da continuamente pruebas de la máxima intransigencia social e internacional; exponente de las mayores desigualdades?

 

Las 3 ‘tes’ se asemejan, en este entorno, más a una prédica que a una realidad. ¡Ejercítalas! Más un ejercicio de optimismo sobre el papel que una práctica posible. ¿Cómo hacerlo realidad?

 

Me parece muy sugerente evolucionar del concepto de riqueza tradicional a poner el acento en las ideas, en la innovación, como generadores de riqueza, pero es verdad que éstas están en las personas y las personas somos actitudes. Me parece muy sugestivo interrogarse por la localización de las personas, que somos las que tenemos las ideas y, en efecto, ese panorama sólo es posible con un cambio social, que sólo pueden propiciar, nuevamente, las personas (con ideas).

 

¿En qué lugar se encuentra ese mundo en el que las personas podemos dar lo mejor de nosotros mismos? Sería fácil, pero es poco menos que imposible.

 

Es verdad que 1+1=3 se cumple, pero cuando los sumandos se elevan a centenares, a miles o a millones, se convierte en una inecuación; sin embargo la diversidad no sólo aporta la estética colorista del arco iris, también permite adoptar la duda como fuente de conocimiento y asumir la relatividad de la realidad social, incluso. Esto es peligroso, no lo olvidemos, pues se corre el riesgo de transmutar lo inmutable en mudable; como de hecho sucede. ¿Qué sucedió con Galileo, Darwin o Freud?

 

© jvillalba

 

Según lo veo, tolerancia implica reciprocidad, es admitir puntos de vista diferentes, posicionamientos contrarios al propio, respetar la diversidad de opiniones, prácticas y costumbres sin que por ello se quiebre la armonía de las relaciones ni se rompa la comunicación. Tolerancia es también saber estar de acuerdo en el desacuerdo.

 

La tolerancia es un estilo cognitivo individual, pero a su vez es una manifestación social que también se concreta en pautas sociales, normas y leyes, que pretenden mantener el equilibrio de la polis entre distintos agentes sociales con intereses diferentes.

 

Ser tolerantes implica fijar un marco de relaciones y respetar las normas del juego, sin excepciones, sin favoritismos, sin conveniencias; lo que también significa saber ejercitar la renuncia como derecho y poner freno a las 3 “es” (egoísmo, egolatría, egocentrismo) a favor de las 3 “ges”: grupo, generosidad y ganancia.

 

Grupo: la tolerancia beneficia al conjunto. Generosidad: implica reconocer el bien común como un valor. Ganancia: la tolerancia permite anteponer el beneficio común a la ganancia individual.

 

Finalmente, la tolerancia exige respetar primero las reglas del juego, ya se sea nativo o foráneo, para ganarse el respeto y el derecho, como también requiere buenas dosis de relativismo y curiosidad; lo que no se consigue si no se tiene seguridad en el propio posicionamiento, más allá de las opiniones mayoritarias y de la cultura dominante.

 

La insumisión surge como consecuencia de la falta de tolerancia cuando necesidades de expresión, o de elección razonables, o posibles, no se admiten en el contexto social.

 

© jvillalba

“Estilos de vida asumidos hasta el último ciudadano”. ¿Quién se lo cree? Rebusca en tu experiencia; observa esta misma tarde el comportamiento en el tráfico, en el metro; revisa tu bagaje empírico, mira dentro de tu lugar de trabajo: ¿qué actitudes identificas? Yo, por ejemplo, no soy tolerante con los intolerantes. ¿Soy menos creativo por ello? ¿Soy un intolerante?

Que la diversidad es un valor ya lo sabemos, pero que se trata de un valor para algunos que usan y abusan sin miramientos de los otros, también lo sabemos. Sobran los ejemplos. La evolución de la guerra fría a la globalización ha convertido a amigos y enemigos en competidores.

Me parece que, independientemente de las condiciones ambientales, geográficas, económicas…, que con independencia de entornos más o menos favorecedores, las soluciones de recurso, las visiones creativas, las prácticas rompedoras son más propias del sujeto que de la sociedad (y a un alto coste); cuestión distinta es que éste contribuya en aquella. Reconozcamos que esta revolución acalorada y optimista de los acrónimos (TIC, SIC, GC, IC…) y de la globalización está teniendo un alto coste en el que unos arrasan y otros son los arrasados.
© jvillalba

Autor

Javier Villalba

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