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- Internet sigue siendo trascendental.
- La Conversación también está en La Red.
- Internet obliga. Abrirse a La Red supone cambiar.
- Sigue vigente la e-revolución.
- El micropoder suma.
La aparición de Internet en nuestras vidas, cuando menos, no resulta indiferente, excepción hecha del debate al que nos conduciría la todavía existente brecha digital, cifrada en 1.100 millones de hogares en todo el mundo, el 90% de ellos en países en desarrollo (Unión Internacional de Telecomunicaciones), lo que no invalida que Internet sigue siendo trascendental. Parafraseando a Genis Roca, Internet ya no puede considerarse un canal, sino una plataforma sobre la que poner en servicio diferentes canales de comunicación.
Internet es La Conversación o, si se prefiere, representa a la sociedad de la conversación. Comprenderlo es el primer paso para evolucionar de la mera participación en dicha concurrencia a proponerse gestionar la que nos concierna tomando en cuenta la aseveración de Neil Revilla, “A las redes sociales se va a conversar no a vender”, en vez de plantearse la presencia en la red social como burda táctica de negocio para hacer caja.
Internet es un medio que permite el establecimiento de diálogo, sin el cual no hay comunicación. Podrá trasladarse información, podremos intercambiar ‘objetos’, resultará posible emitir juicios o ideas en tiempo real o depositarlas para su consumo en diferido, podremos desplegar innumerables actividades, pero si no hay conversación no habrá realmente comunicación. Es en este detalle en el que reside toda la fuerza de Internet y las posibilidades que brinda para diferenciarse y obtener ventajas competitivas para organizaciones, empresas y, ¿por qué no?, para particulares. La Conversación también está en La Red.
No me resulta posible disociar comunicación y valores. Internet me parece que refuerza esta exigencia. Internet obliga. Internet, por sí misma, no genera interactividad, aunque dicha posibilidad ya esté implícita en este protocolo de comunicación. Al diálogo se llega habiendo hecho antes los deberes, siendo consistentes, resultando creíbles, ganándose una reputación, estrechando lazos de confianza. Por ello creo que Internet no es un medio más, como los otros, es diferencial y ésta es una plataforma multicanal que obliga a cambiar el paradigma de las prácticas de comunicación, sea ésta de la especialidad que fuere: corporativa o institucional, comercial, de marketing, interna, interpersonal o cualquier otra que se soporte en dicho medio.
Creo, en resumen, que en la sociedad actual (SIC) las empresas grandes y pequeñas que pretendan sobrevivir, si no lo han hecho ya, tienen que revisar sus paradigmas; tengamos en cuenta que en el S. XXI seguimos gestionando empresas con principios del S. XIX –lo decía Gary Hamel en el siglo pasado (The future of management)-. Las empresas tendrán que redefinir su visión, apostar por un estilo propio y afianzar valores, adaptando sus políticas –y entre ellas las de comunicación- bajo una óptica de auténtica responsabilidad social, definir su posicionamiento públicamente y demostrar coherencia en todos sus comportamientos -incluidos los comunicacionales-. Abrirse a La Red supone cambiar.
Internet es una palanca estratégica que posibilita adaptarse y cambiar, pero también ejerce como espada de Damocles dispuesta a malograr cambios superficiales, pues sigue vigente la e-revolución impulsada por el activismo ciudadano. La Red supone todavía una revolución trascendental a la que nos estamos adaptando, un nuevo idioma que seguimos aprendiendo, cuyo principal activo descansa en el micropoder que confiere, que abarca desde el pronunciamiento individual hasta el poder de la multitud (crowdpower) expresado en convocatorias, manifestaciones y protestas.
No descubro nada nuevo si destaco que la revolución del protocolo TCP/IP, entre los numerosos cambios de estado que ha venido propiciando, nos ha procurado la democratización de las comunicaciones, que cobra un matiz especial al rebufo de los avances tecnológicos que han dado lugar a la cultura 2.0, un movimiento que nos permite experimentar una nueva evolución en la manera de concebir el mundo y las relaciones.
El ciberciudadano, en todas las facetas de su vida, se transmuta de mero espectador en productor, lo que ya fue posible en la etapa 1.0, si bien entonces para una minoría. Hoy, el impulso de las TIC ha desplazado el poder y nos ha dotado de una capacidad antes insospechada (micropoder) sobre la que, cada vez más, vamos tomando conciencia.
Además de nuevos usos y profesiones, hoy cobra vigor la figura del ciudadano periodista y muy especialmente la de quienes son capaces de influir desde la palestra digital, generando corrientes de opinión y macrotendencias, en las que puede residir el foco de algunas alegrías o disgustos (e-fluentials).
Hay que admitir que Internet ha desplazado el centro de atención desde el Establishment hasta los grupos de interés, entre ellos los consumidores, quienes reclamamos un nuevo estilo de gestión y de relaciones; ahora nos podemos unir para sumar, podemos expresarnos y está en nuestras manos hacer y deshacer. El micropoder suma.
Ser consciente y admitir, por tanto, el nuevo reparto de papeles y poder –cambio propiciado por Internet-, asimilarlo e integrarlo en el propio pensamiento estratégico de empresas y organizaciones todavía hoy puede ser el hito que marque la diferencia entre tener y no tener futuro.
© jvillalba
Según la AI, el II informe sobre la percepción de los internautas de los bulos en la red señala que el 70% de los internautas no sabe distinguir entre una noticia y un bulo, porcentaje que ha crecido un 10% con respecto de 2008.
Algunos han dicho que este hecho pone en duda la credibilidad de Internet como fuente de información, afirmación con la que no estoy de acuerdo, precisamente por el carácter horizontal de la Red, que también permite denunciar la emisión o propagación de bulos anulando de esta manera su efecto.
La AI menciona los cuatro rasgos diferenciales del bulo, como son (atemporalidad) la inexistencia de fecha en los mensajes, la omisión de la supuesta fuente de información (anonimato), la introducción de un gancho (si se desatiende ocasiona una pérdida de oportunidad) y la petición expresa (reenvío).
Tales rasgos proporcionan unos primeros indicadores para diferenciar el bulo de la noticia, pero no siempre se cumplen los cuatro, pues, por ejemplo, podrían referir fuentes falsas.
Este verano, como parece que viene sucediendo desde 2003, hubo internautas que estuvieron pendientes de avistar dos lunas desde la tierra… Antes de sufrir las consecuencias de un bulo es recomendable, siempre que no se tenga certeza sobre el contenido de un mensaje, máxime si éste ha sido reenviado por un familiar, amigo o conocido, es recomendable tratar de acreditar la fuente y preguntarse por su solvencia como origen de esa información. Las más de las veces basta con introducir el asunto o una parte del mensaje en un buscador para darse cuenta inmediatamente de que se trata de un HOAX, otras, ante amenazas más serias lo más aconsejable será realizar consultas en línea en sitios acreditados como pueden ser –entre otros- Shell Security, Inteco-Cert o Alerta antivirus, lo que puede ahorrarnos quebraderos de cabeza.
© jvillalba
El centro eres tú
Es verdad que Internet ha propiciado un cambio en los centros de poder y que el ciudadano goza de una capacidad de expresión antes inusitada (micropoder)
Es también cierto que Internet no es ajena a cualquier otra realidad humana; hay mucho bueno, hay mucho malo y, entre medias, toda la escala de valor/utilidad que quieras introducir. En el espectro de búsqueda-selección-decisión-consumo-transformación-uso, te encuentras tú (yo), el ciudadano.
Del micropoder a la pseudo-influencia
A mi me parece que, en cualquier ámbito, la intencionalidad (y aquí el uso también) marcan la diferencia, aunque hemos de reconocer que la técnica del esfumato representa mejor esa frontera, de tal modo que insinúa los límites más que delimitarlos.
En casos como este, inicialmente la intencionalidad depende del emisor, pero la capacidad para seleccionar y filtrar la información –también en este caso- es cuestión directamente dependiente del receptor. Es decir, que tú o yo, el público o la audiencia, tenemos la última palabra; aunque ésta en ocasiones (muchas o pocas, dependerá) venga mediatizada por los generadores de opinión, que no es el caso ante un hoax.
Luego aquel micropoder, como cualquier otro, es relativo.
Comunica que algo queda
Según la AI (encuesta 2008), un 67% de los internautas reconoce(mos) que no sabe(mos) distinguir entre el bulo y una noticia (se entiende que en el ámbito de Internet).
En ese talante bien intencionado, confiado, tal vez cándido en alguna ocasión, basan los emisores de bulos su influencia.
Cuando te han pillado por sorpresa y no ha sido posible anticiparse a la propagación, no queda más acción que limpiar la herida, dejar que cicatrice, aplicar curas periódicas y dejar que la costra caiga, esperando que no deje marca.
Con todo, el tiempo termina poniendo las cosas en su sitio. Incluso la huella del suceso, si es que queda, aporta la ventaja del recordatorio.
Curar la herida es una conducta reactiva; anticiparse significa disponer de unos sistemas de inteligencia competitiva en la empresa que funcionan.
Vigilancia e inteligencia competitivas
Reaccionar ya es una demostración de ser capaces de hacer algo -¡y hay que hacerlo; no puedes quedarte impasible!- cuando ya ha ocurrido, pero es un indicador que pone en evidencia que o no se dispone de un sistema de inteligencia competitiva o que éste no funciona. Es una buena ocasión para plantearse cómo mejorarlo o implementarlo a futuro.
¿Cuántas de nuestras empresas tienen un modelo de vigilancia competitiva implantado?
Mi cuota de responsabilidad es lo que importa
(Se ha dicho muchas veces) Ante el incremento de las famosas y devastadoras cadenas, mensajes increíbles y toda suerte de correos basura, antes de conferirles credibilidad es recomendable informarse para asegurar y filtrar algunas informaciones de dudosa procedencia o de dudoso contenido, en cuyo proceso lesivo podemos vernos envueltos.
¿Dónde está el quid de la cuestión? ¿Es más responsable quien lanza un hoax o quienes lo redistribuyen sin más creando un efecto multiplicador?
Creo que coincidimos al decir que el mejor antídoto contra la mensajería basura es depositarla directamente en un ‘punto limpio’ para fulminarla.
Me parece que pensamos lo mismo si convenimos que, antes de reenviarles ruido a nuestros contactos, quizá generando además inquietud en alguien, adoptamos un compromiso responsable asegurando la información, determinando la fiabilidad de la fuente, contrastando y seleccionando mensajes.
© jvillalba
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[AI: Asociación de internautas]
[Shellsec]
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Del consumo pasivo de información a la creación del diálogo
Para ser capaces de convertir el dato en información, generando conocimiento a partir del diálogo (participación), resulta imperativo que el comunicador comprenda que los sujetos hemos evolucionado de meros receptores de información a productores y realizadores (ciudadano 2.0.1) de contenidos, transmutando también el papel del emisor, que ha de ‘conectar’ con este nuevo ciudadano, partícipe de diferentes redes sociales y que está resuelto a imponer sus condiciones (micropoder2) también en materia de consumo de información.
La evolución de la era analógica a la digital ha supuesto también un incremento del exceso de información y ha multiplicado las posibilidades de acceso a la misma, en un mundo hiperconectado (global), en el que los hábitos de consumo de la información también han cambiado y en el que el incremento de emisores3 ha propiciado la microsegmentación de las audiencias, obligando a los comunicadores de cualquier ámbito a conocer muy bien sus públicos objetivos (target) para generar nuevas estrategias de relación (engagement4) con sus múltiples segmentos de audiencias5 que, además, requerirán distintas estrategias de comunicación para una misma finalidad, la que el comunicador tenga.
Para transformar el mero hecho informativo en auténtica comunicación, cualquier emisor deberá adaptarse a esta nueva cultura de ‘escuchantes6‘ cumpliendo, cuando menos, cuatro condiciones que ya refiriera Ferrán Lalueza10 en 2006 (¿Constituye la comunicación persuasiva el paradigma comunicativo de la sociedad del conocimiento?):
Hacer atractiva la información.
Para tener la oportunidad de captar la atención, hay que ser capaz de sorprender e interesar.
En un ambiente de saturación informativa7 el reto es no pasar desapercibido, ser capaz de captar la atención contrapesando las actitudes indiferentes y reticentes de unas audiencias fatigadas por la sobrecarga de información unidireccional y asimétrica, que a priori no se desea recibir.
Ganarse la reputación
Si lo que se pretende es ser creíble hay que invertir en reputación.
La tendencia a la desconfianza en los medios de comunicación es una tendencia que va en aumento8 y que se manifiesta en el creciente escepticismo y en el retroceso9 significativo de audiencias que han experimentado los principales medios de comunicación de masas (cine, TV, Radio, Revistas, Suplementos y Periódicos) en España entre 2003 y 200610.
Las versiones desemejantes o contradictorias de los mismos contenidos (disparidad) hacen difícil establecer la fiabilidad de las fuentes11. En esta situación, el crédito con que se prejuzga la información depende del prestigio o fiabilidad que se conceda a la fuente que la transmite12.
Dejar hacer, dejar contribuir
Para ser escuchado hay que saber escuchar.
Las TIC13 han propiciado el aumento ingente de información y han permitido el anonimato, pero también han propiciado la interactividad de los usuarios, transformando la emisión centralizada, verticalizada y asimétrica de la información en interacciones descentralizadas y escasamente jerarquizadas, fomentando la participación, el pluralismo, la transparencia y la transculturalidad en la distribución de contenidos14.
Aliarse con la escucha
Para incrementar la escucha es necesario tener en cuenta todos los sentidos del receptor.
Esta bidireccionalidad, apalancada en el hipertexto y en la fórmula hipermedia, facilita que la audiencia sienta que de alguna manera puede influir sobre la información (reformulación y respuesta) y que al menos perciba que tiene algún control sobre el mensaje o, cuando menos, sobre la manera de crearse un itinerario personalizado de consumo.
La estrategia hipermedia funciona aquí como un multiplicador de impactos aportando valor en la reiteración del mismo mensaje servido con diferentes formatos.
© jvillalba
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Micropoder. La fuerza del ciudadano en la era digital autor: Javier Cremades.
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Carlos Díaz Güell, Profesor de la Facultad de Ciencias de la Información y Vicepresidente Ejecutivo de Serfusión, se refiere a la contradicción actual a la que estamos asistiendo: concentración de empresas productoras de contenidos, al tiempo que las audiencias se segmentan cada vez más.
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Anglicismo que significa compromiso, participación, involucración.
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En palabras de Mª Dolores Rodríguez, Profesora Empresa Informativa, Facultad de Ciencias de la Información, con motivo de la TDT, «Las nuevas tecnologías estructuran el mercado en forma de nichos multimedia.»
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En alusión al término popularizado por Pepa Fernández, conductora y directora del programa «No es un día cualquiera» (RNE), quien en una entrevista concedida en 2005 a ABC decía: «Hemos caído en nuestra propia trampa. Ya no podemos cometer errores; al mínimo descuido, ahí están los «escuchantes» para recordárnoslo. Ya no son oyentes, son «escuchantes», porque están atentos a lo que están oyendo.»
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Infoxicación: estado de ahogamiento -intoxicación- provocado por el exceso de información. [Future Brand]
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Geary, D.L. (2005). The decline of media credibility and its impact on public relations.
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Según la EGM.
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Datos de EGM, EGM Radio XXI y EGM Prensa (oleada de octubre de 2005 a mayo de 2006), según Ferrán Lalueza, Profesor de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación y Director del programa de Publicidad y Relaciones Públicas (UOC). UOC Papers N3 2006.
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Este hecho se agrava por la posibilidad de publicar contenidos de manera anónima y por el denominado periodismo de versiones frente a la función primigenia de los medios de información, consistente en la exposición factual, descriptiva y objetiva de acontecimientos.
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En palabras de Mónica Deza. CEO de Universal McCann España, citando un estudio de 2007, realizado por Future Brand, «El panorama general en España es que las empresas proyectan una imagen pobre y tienen dificultades para crear vínculos emocionales con los consumidores.»
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El fenómeno Web 2.0.
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En efecto, creo que la filosofía 2.0. está calando, ¡y mucho!, tanto en la comunicación en general como también en la comunicación interna en particular.
Me remito aquí a post anteriores (8 y 9 de Diciembre y 19 de Febrero) sobre este mismo asunto: el creciente fenómeno del micropoder, realidad a la que tenemos que empezar a dar más cabida aún en las empresas, pues la evolución del ciudadano 1.0. (espectador-consumidor), al de hoy (contribuidor-consumidor), representa una clara transformación de los usuarios que ahora demandamos interactividad, espacios para expresarnos, trazar nuestros propios itinerarios de consumo, tener la posibilidad de participar activa y multidireccionalmente y tantos otros matices que ha posibilitado la tecnología 2.0., de la que ya hay mucho resultado a la vista en Internet, que está resultando una fuente inagotable de información en este campo (en el que tampoco se olvida el proyecto de la Web semántica, que ahora algunos denominan Web 3.0.)
Creo que para la comunicación interna resulta de especial trascendencia el análisis de los perfiles de los usuarios 2.0., que dejan obsoletos los tradicionales patrones de comunicación que vemos que se siguen repitiendo y repitiendo en mucha bibliografía sobre la materia.
Para quien no lo conozca, recomiendo uno de los primeros trabajos (2007) de elevada difusión en España (Web 2.0. de Antonio Fumero y Genís Roca, con la colaboración del reconocido infotecnólogo Fernando Sáez Vacas*), un trabajo espeso en algunos capítulos, pero clarividente. 136 páginas magníficas cuyo mayor defecto es el tamaño de la letra.
A la Fundación Orange le corresponde el mérito de haber avalado este proyecto y hay que otorgárselo.
El mapa de la Web 2.0. (póster)
El vídeo de la presentación (por el tono, a mi no me gusta mucho, pero sobre gustos)
De paso, para quien no haya investigado las posibilidades documentales de dicha fundación, recomiendo visitar su sitio Web, que viene ofreciendo numerosa documentación útil.
© jvillaba
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* Meditación de la infotecnología, de Fernando Sáez Vacas, prologado por Javier Echeverría Ezponda (Instituto de filosofía CSIC). Editorial América Ibérica, 2000. Depósito legal M-47930-2000 [localización]
Tenemos ejemplos de sobra para palpar con las manos esa función de los medios, no ya para mediar, que también, sino para crear opinión, dirigirla en la dirección deseada (¿de quién/quiénes?) e inducir posturas (que interesa promover).
Con todo, cada vez emerge con más fuerza -a esa idea me sumo- un ciudadano más formado, con más criterio, que selecciona fuentes y decide consumos y que reorienta su atención para destinar su tiempo a explorar otras fuentes y a participar, incluso activamente, en la generación de cultura y en la construcción de una nueva sociedad en la que el ciudadano es cada vez más sujeto y menos objeto.
Viene a colación el concepto de «micropoder», que adopto en los mismos términos que expresa Javier Cremades (La revolución del Micropoder), pero también hace al caso un artículo de Ferrán Lalueza («¿Constituye la comunicación persuasiva el paradigma comunicativo de la sociedad del conocimiento?), publicado en el UOCpapers Nº 3 de 2006, pero vigente y actual, que para mi no tiene desperdicio.
© jvillalba
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http://www.casadellibro.com/libro-micropoder-la-fuerza-del-ciudadano-en-la-era-digital/2900001174733
La revolución del micropoder. Tribuna de los medios:
http://www.tribunadelosmedios.com/documentos/CremadesRevolucionMicropoder.html
«¿Constituye la comunicación persuasiva el paradigma comunicativo de la sociedad del conocimiento?»: http://www.uoc.edu/uocpapers/3/dt/esp/lalueza.html
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