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La elección de un colaborador de confianza parece “pan comido”, un asunto sencillo y exento de complicaciones, pero la experiencia nos demuestra que no lo es tanto.

[Artículo completo publicado el 22.10.15 en el blog Con tu Negocio]

¿Qué podemos hacer para impulsar una función aglutinadora que con frecuencia queda relegada a cumplir un rol informativo, testimonial y sin mayor alcance? [Artículo completo]

(Publicado en el blog Con tu Negocio | 24.09.14)

Cada vez que he prospectado los servicios de terceros en apoyo de algún proyecto me ha interesado conocer la razón última de ser de quien lo ofrece, he querido saber la razón de su existencia, me he interesado por los valores que enarbola.

Cuando les preguntas a proveedores de servicios sobre sus diferencias respecto de sus competidores la mayoría tiene clara su identidad y el discurso en el que soportar su valor diferencial. ¿Pero a qué nos suena? ¿Cómo lo transmiten? ¿A qué les obliga?

Otros, en cambio, quizá los menos, no son capaces de superar lugares comunes, generalidades y un bienintencionado conjunto de aspiraciones cuyo correlato encuentra difícil soporte en sus promesas profesionales que, incluso amparadas en un pegadizo claim, están desprovistas del duende diferencial.

No puede posicionarse un servicio sin tener clara la propuesta de valor diferencial; ésa que permitirá competir en un mercado saturado de ofertas; unas perfectamente ataviadas, otras cuyas diferencias, por retóricas que sean, son insustanciales.

Así sucede, por ejemplo, en algunos que se lanzan a ofertar servicios de consultoría, en todas sus variantes posibles, anglicismos incluidos, bajo la promesa del buen hacer y de la calidad como base del servicio, pero en realidad qué aportan que me permita distinguirlos más allá de su fecha fundacional o más acá de sus soluciones garantizadas y a la medida. ¿Sobre qué base ética se sujetan? Me inquieta saberlo.

Antes de lanzarse a promover servicios “líderes en su sector” es más rentable centrar su razón de ser, su finalidad utilitarista, los valores en que se ampara su pragmática. Y ¿por qué no?, concebir una pieza léxica con la que declarar –si la hay- la auténtica propuesta de valor; un lema raíz, que, por convencimiento y por declinación, fije el eje central y, a su alrededor, el catálogo de servicios cual identitaria nube de tag sujeta ahora, por efecto de la fuerza centrípeta de la declaración, a la lógica del plus prometido.

Una lexía cohesiva, capaz de imprimir consistencia y coherencia, pues no se trata de hacer por hacer o de ofrecer por ofrecer, ni tan siquiera de sumar encargos a la cartera de pedidos; encargos cuya ejecución no se vea respaldada por el profundo sentido de la visión, por la razón de ser del servicio.

Se trata de hacerlo premeditadamente, con sentido, que no es otro que el de aportar utilidad y algo más, un diferencial cierto, confiable y perceptible para poder aspirar a obtener el reconocimiento del valor aportado.

¿El resultado? Una adquisición de incalculable valor: el beneficio reputacional del actor que ha sabido no solo solucionar y dar respuesta, sino aportar algo más, el valor añadido y percibido que fijará, para la siguiente ocasión, la indubitable elección a favor de un proveedor.

Establecida la pieza, la elección del lema del servicio ni será indolora ni tendrá coste cero, pues su puesta en escena obliga: fija el estilo de actuación, no permite la vuelta atrás y exigirá renuncias. No les quepa duda.

© jvillalba

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Hoy ha tenido lugar la presentación del XIV Anuario de la Comunicación, obra de obligada referencia editada por Dircom, en la que se ofrece el “Estado Actual de la Comunicación en España”, acto que se ha celebrado esta mañana en el auditorio Rafael del Pino, en Madrid. [Nota Dircom]

Corren buenos tiempos para la comunicación, o esa es la idea que subyace en el resumen de resultados que ha corrido a cargo del director general de Dircom, Sebastián Cebrián.

Importancia de los valores

José Manuel Velasco, Presidente de Dircom, ha moderado las intervenciones, aprovechando su turno para llamar la atención sobre la importancia de los valores en la sociedad actual y, por ende, en la gestión de la comunicación por parte de las empresas, comunicación que además de expresarse en los mensajes se manifiesta en los comportamientos de éstas, pues tenemos la percepción de que hemos venido experimentando una pérdida o deterioro de valores –los últimos acontecimientos ligados a la crisis son una prueba de ello-, siendo necesario recuperarlos. No en vano, quienes trabajamos en comunicación gestionamos percepciones y expectativas ligadas a los valores y ello incide en el posicionamiento y reputación de las empresas, en su imagen exterior e interior.

Valores y Comunicación

La presentación de las conclusiones del estudio 2010 ha estado amenizada por las intervenciones de Marcelino Oreja, presidente de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas y por Javier Fernández del Moral*, presidente de la Fundación Diálogos y expresidente de Dircom, a quienes ha invitado a ofrecernos su propuesta sobre el binomio valores y comunicación.

Marcelino Oreja, en una exposición perfectamente estructurada, ha dejado clara la relativización de los valores, valores universales, en la sociedad actual so pretexto de una libertad mal entendida que, fruto de una ingeniería social, amparada en la ausencia de toda adscripción política o ideológica, nos está conduciendo a un cambio en el modelo social que representa una amenaza para la convivencia (valor principal).

Así el agnosticismo a ultranza, la falta de compromiso, el todo vale para alcanzar los propios fines, la relativización de todo… se nos ha vendido envuelto en la belleza de las palabras sobre la base de falsos principios y se ha reforzado mediante la creciente presión social que se ejerce contra quienes no adoptan esta corriente maquillada de progreso, provocando la claudicación de personas que no desean ser tildadas de retrógradas o de regresistas.

Se necesita, por tanto, recuperar los valores universales y las convenciones sociales en aras a regenerar la convivencia según patrones saludables.

Para ello Marcelino Oreja ha señalado la familia, en tanto que grupo de referencia primario y constitutivo de valores, la educación en su papel socializador y el necesario compromiso de responsabilidad social que les corresponde ejercer a empresas y organizaciones, siendo necesario devolver el papel protagonista a las personas, pues somos los individuos quienes a la postre dotamos de vida a la sociedad.

Los profesionales de la comunicación tenemos un papel decisivo que jugar en orden a recuperar la verdad como palanca regeneradora del orden social, cuyo concepto vertebrador es el de Nación. Solo desde un concepto fuerte de Nación puede construirse una Europa fuerte.

La comunicación como valor

Finalmente, Javier Fernández del Moral se ha referido a los tres momentos que pueden declinarse del binomio valores y comunicación. Una primera etapa –hoy supuestamente superada- en la que ambos conceptos eran incompatibles y en la que la comunicación podía hacer las veces del instrumento tramposo con relación a los valores.

Una segunda en la que se identifican valores y se comunican porque las empresas los incorporan a sus estrategias de comunicación y en la que una parte de los actores, bajo la excusa de la pujanza de la responsabilidad social, podría pervertir su uso para maquillar otras finalidades.

Por último, una etapa a la que todavía no hemos llegado y en la que ya no se comunican los valores, sino en la que la comunicación en si misma representa un valor, un valor de transparencia informativa que resulta inevitable en esta sociedad de cristal en la que todo terminará, por fuerza, siendo transparente.

Buenos tiempos para la comunicación

Respecto de las principales conclusiones del estudio, el dircom 2010 es menos técnico y más estratega, está más formado y resulta más ejecutivo o consultivo, habiendo incrementado su poder de influencia en los comités de dirección estratégica. La función de comunicación tiende cada vez más a depender de una dirección de comunicación que integra las diferentes especialidades y, en un porcentaje significativo, el primer directivo de comunicación depende directamente del primer nivel de la empresa. [Resumen Dircom]

No cabe duda de que corren buenos tiempos para la comunicación o que la propia dinámica social hace caer en la cuenta de que la comunicación es un valor que suma en los dividendos de la reputación.

© jvillalba

* Última actualización marzo de 2006

 

A diario nos cruzamos con numerosas personas en toda suerte de situaciones y escenarios. Tenemos en común que vamos vestidos. Todas y todos construimos una segunda piel que, a modo de envoltorio, informa de la representación que cada uno de nosotros tenemos de la sociedad, pues vestirse es una elección mediante la cual expresamos nuestra interpretación del mundo, nuestro estilo de relación y, de alguna manera, también expresa nuestros valores.

Vestirse no es un acto baladí, es un acto comunicacional sustantivo que, con o sin nuestro consentimiento, expresa cómo nos sentimos, por quienes nos tenemos y qué sentimos hacia los demás.

Nuestra imagen nos pertenece y es también un activo importante que cuidar; así como pretendemos ser percibidos, así nos vestimos, pues el vestido es una forma de comunicar, que también habla de nosotros; por ello, habitualmente, “nos vestimos para la ocasión”. Sin embargo, aún respetando el hecho social, y estando a la altura de las situaciones, podemos manifestar nuestra personalidad si sabemos aprovechar el margen de libertad disponible para ser como somos, sin perder por ello nuestra identidad. Moda y tendencias juegan un papel esencial; así, como reza en la publicidad del Curso de Experto Universitario en Marketing de Moda, que imparte la UNED, “Las marcas de moda (…) venden una forma de entender la vida”.

Tal vez por ello la moda hace tiempo que saltó de la pasarela a la Universidad, como lo atestigua, por ejemplo, ‘CO+MO’, el seminario de Comunicación y Moda, que desde 1995 tiene lugar en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra; arte que sigue cobrando fuerza y presencia en los templos del saber.

Por citar sólo alguno, el Máster en Comunicación de Moda y Belleza VOGUE-Universidad Carlos III de Madrid o el Curso de Especialización en Periodismo y Moda de la Universidad Francisco de Vitoria o el Máster en Comunicación de Moda y Belleza (TELVA-Yo Dona) de la Universidad CEU San Pablo, entre otros muchos y sin olvidar el Título de Diseño en la especialidad Diseño de Moda (Diplomado) y el Título Propio universitario de Diseñador Superior de Moda expedidos por el Centro Superior de Diseño de Moda de Madrid –CSDMM-, adscrito a la Universidad Politécnica.

Ahora asoma un nuevo volumen en mi mesilla, “Moda y valores. El desafío de lo nuevo”, del que es autora Josefina Figueras, periodista, durante años Subdirectora de Telva y actual Presidenta de la Asociación Moda, Universidad y Empresa y Directora de asmoda.com.

© jvillalba

* Elio Berhanyer

“El 80% de los dircom encuestados define la RSE como sostenibilidad económica, social y medioambiental.”

Suspenso en RSE (no lo digo yo); éste ha sido el titular (“Los dircom suspenden a las pymes en responsabilidad social”) elegido por el diario libre de información económica Negocio & Financiero (página 28) para hacerse eco del estudio “Encuesta de Responsabilidad Social Empresarial” realizado en Octubre de este año por la Asociación de Directivos de Comunicación, Dircom, cuya nota de prensa se publicó el 17 de Noviembre en su Website.

Marketing Directo y El Global (página 18) recogían la noticia, apoyándose, respectivamente,  en dos de las conclusiones del estudio: “Los directores de Comunicación piensan que la RSE deba avanzar más en España» y “El 90% de los dircom concede una importancia muy alta a la RSE».

Según lo veo, no deja de ser un estudio de percepciones, pero a mi entender válido, quizá por la fuerte coincidencia de mi visión con los resultados de la encuesta.

La cuestión de la RSE tiene, entre otras muchas, dos facetas también a considerar, la fuerza de la demanda del público, en lo tocante a la exigencia de prácticas éticas en las empresas, y la del diálogo promocional de la propia empresa con la sociedad en materia de responsabilidad social. (Por acudir al ejemplo fácil. Si es usted inversor y no se preocupa de saber si le han colocado acciones en empresas armamentísticas o tabaqueras, por poner el caso, entonces he de suponer que su inversión no es responsable en términos RSE).

“Uno de cada dos dircom cree que la RSE es más alta en las organizaciones sociales que en las empresas”.

En cuanto a lo primero creo que en España todavía no percibo una exigencia fuerte, por parte del público, en lo que se refiere a anteponer el cumplimiento de los compromisos éticos de las empresas al consumo, quizá también –diré como eximente- por desconocidos o incomunicados. Pero es verdad que debido a influencias foráneas y grupos de presión minoritarios, así como por el proceso de ósmosis informativa, el lenguaje de la responsabilidad parece que se está abriendo paso en nuestra sociedad, en la que, sin duda, el debate no ha concluido.

“Según el estudio citado, un 75% de los dircom opinan que la sociedad española demanda a las empresas una mayor atención a la RSE, pero sin demasiada exigencia”.

Por otra parte, hablando en general, no tengo la certeza de que el paradigma mayoritario de gestión sea el responsable, el de la RSE, sino que albergo la sospecha de que códigos y memorias responden, en muchos casos, más a un esfuerzo publicitario, de imagen, que a otra cosa (salvo en todas las honrosas excepciones sobre las que usted pueda alertarme).

“Dos de cada tres dircom cree que las empresas están poco sensibilizadas con la RSE”.

“El 80% coincide que las PYME incluyen en menor medida la RSE en sus políticas”.

Según el citado estudio, “La memoria de sostenibilidad es la manera más habitual de poner en valor la RSE”.

Creo, en fin, que tendemos en exceso a poner el acento en los entes empresas olvidándonos de que detrás de ellas están las personas que las gestionan y, al tiempo, tendemos a descargar a la sociedad (a nosotros, a los ciudadanos) de su misión reguladora también en este ámbito; sociedad en la que, por otra parte, ya es notoria y manifiesta la pérdida o inversión de los valores sociales.

“Más del 40% percibe que a los grupos de interés les falta sensibilidad hacia la RSE”.

Resulta curioso que los profesionales de las empresas, ciudadanos también, al fin y al cabo, sean más conscientes de la necesidad que tienen las empresas, en un marco de sostenibilidad, de definir, adoptar y comunicar su posicionamiento RSE que la sociedad española entendida como un conjunto de personas que compartimos suelo y ciudadanía, cuando unos y otros somos los mismos.

“El 63% de los dircom se da cuenta de que la sociedad percibe actualmente un abuso o banalización de la RSE”.

¿Qué pesa más para el consumidor en territorio español: calidad, precio o respeto al medio ambiente? La percepción de los dircom, ciudadanos y consumidores, está clara: en primer lugar el precio (58,06%), seguidamente la suma equilibrada de calidad + precio + respeto al medio ambiente (30,11%), luego la calidad del producto adquirido o del servicio dispensado (10,75%) y, finalmente, el respeto al medio ambiente (1,08%)

¿Qué imagen nos dejan estos resultados sobre los consumidores? En mi opinión, no buena. Personas, en general, con despreocupación por el medio ambiente, más interesadas en lo barato, en el chollo, en lo accesible o en lo que se cifra a precios populares y que prestan menor atención a la calidad que al precio de lo que consumen. Por suerte, no así para una tercera parte cuyas opciones de compra consideran y supongo que sopesan todas las variables mencionadas: productos y servicios con una buena relación calidad-precio y poco contaminantes o que no contribuyan a degradar el medio ambiente.

“La mitad de los dircom encuestados piensa que se concede una alta o muy alta importancia a la RSE en la empresa para la que trabaja”.

© jvillalba

Si quiere usted echar un vistazo a las mejores empresas para trabajar en España, puede consultar el resumen expuesto en CRF, en el que, además, encontrará una ficha de las empresas más valoradas:

Abengoa. Almirall. Atos Origin. Avanade. Banesto. Bankinter. British American. Tobacco Iberia. Campofrío. Canon. Caser. Celsa Group. Correos. Cristian Lay. Everis. Grupo Cortefiel. Grupo Thales. Ineco Tifsa. Janssen-Cilag. KPMG. LG electronics. Orange. PC City. Pepsico Iberia. Philip Morris Spain. Red Eléctrica de España. Repsol. Schindler. Telefónica. Vodafone. Zurich.

Recuerdo que, al cabo de algún tiempo después de que saliera publicado en España “El estilo IBM”* Una autorizada y penetrante visión sobre la mejor organización de ventas del mundo, me dio por preguntarles a los empleados con los que coincidía por España cuál era su opinión sobre dicho libro y por qué, si IBM España era como decía ser el ‘Gigante Azul’ en aquella publicación, pretendían cambiar de trabajo. Era aquella una década en la que había mucho movimiento en el naciente sector de la informática de consumo y en la que todavía Apple España (en período de enconada rivalidad con Microsoft) tenía un gran tirón para los jóvenes profesionales. Todos coincidieron en lo mismo: “_Lo que el libro dice está muy bien, lo que hace falta es que se cumpla”.

Años después, cuando salió a la venta “Más seguros que nunca”, tuve ocasión de entrevistar a un número de directivos y empleados de Grupo Vitalicio ¡La mayoría no tenía noticia alguna sobre el libro!

Con las distinciones CRF Institute, me sucede lo mismo desde 1991; siempre me planteo las mismas preguntas: ¿Será cierto lo que dicen? ¿Estas o aquellas políticas serán una realidad? ¿Se trata solamente de declaraciones o de hechos?.

Lo que se asegura es que para el Ministerio de Asuntos Económicos Holandés, el Sello de Certificación Top Employers constituye una medida ‘cien por cien’ fiable de excelencia en recursos humanos y parece que se trata de un sello reconocido oficialmente en 12 países de tres continentes.

En las dos ocasiones (1995 y 2006) que he tenido para contribuir a materializar en palabras el pensamiento de una empresa, a la luz de sus políticas, comportamientos y realidades, lo he tenido bien presente: los valores se demuestran con hechos y los hechos se experimentan, se viven, se respiran aún a pesar de las palabras, pues los dirigentes de las empresas pueden caer en la tentación de confundir sus buenos propósitos con la realidad misma. La cuestión a considerar es que “El infierno está lleno de buenas intenciones (y el cielo de buenas obras)”

© jvillalba

IBM. Libro azul. La innovación como motor del desarrollo económico de España. Las propuestas de IBM para el desarrollo de la Sociedad de la Información [Versión 2004]

* El estilo IBM: una autorizada y penetrante visión sobre la mejor organización de ventas del mundo” 1986 Buck Rodgers & Robert L. Shook. 1987 editorial Planeta, colección La sociedad económica. ISBN: 0-06-015522-1

** Más seguros que nunca1994 Juan Hernánez Puértolas con la colaboración de Francesc Lamolla Ormo. Editorial Hispano Europea SA. Colección ESADE. ISBN: 84-255-0996-3.

Randstad no detalla el perfil de la muestra que ha considerado para presentar (21/09/2009) una de sus últimas encuestas (“Jefes poco cualificados”), conformándose con decir que “ha realizado este estudio a 2.199 empleados y 833 jefes durante los meses de marzo y abril de 2009, a una población mayor de 18 años.”

La mencionada nota de prensa se inicia con una afirmación que no termino de saber si comprendo en sus propios términos o si me sorprende. Dice así: “… y todavía son muchas las empresas que se enfrentan a una reducción de mandos directivos, lo que conlleva un déficit de talento y de liderazgo en las organizaciones.”

La reducción parece que no sólo afecta a mandos y directivos, sino también a trabajadores y empleados, pero es que la cuestión del talento no es privativa de aquellos, sino que reside en las personas con independencia del puesto de trabajo que ocupen y de su ubicación en la estructura. Pero sigamos.

Según dicha encuesta, más de la mitad de los empleados tiene la percepción de que los directivos de su empresa tienen una baja cualificación; también más de la mitad considera que los directivos de hoy no cumplen los requisitos para ser directivos el día de mañana. Menos de la tercera parte admite haber encontrado algún modelo directivo en el que poder fijarse y algo menos de la mitad de los encuestados reconoce que la gestión de personas (ejercer el liderazgo) es de las actividades más difíciles.

Me queda la duda de qué entendemos aquí por ‘cualificación’, pues se trata de un término ambiguo cuyo significado dependerá de la postura del que tenga que interpretarlo, salvo que en la pregunta –que desconozco- quede aclarado. Si optamos por la vía fácil (fifty-fifty) habrá que concluir que tienen la percepción de que los directivos no dan el nivel ni en las competencias técnicas ni en las transversales, pero es que se presume que tampoco darán de sí ni estarán a la altura que las futuras empresas les demanden; luego los mandos y directivos tienen mala imagen para el 52% de los encuestados.

Sin embargo, algunos afortunados (un 29%) han tenido ocasión de conocer algún referente directivo que les ha servido de modelo; puede aventurarse, entonces, que en la experiencia de un 71% de los trabajadores no ha habido directivos que se hayan ganado el calificativo de líderes.

Así, no es de extrañar que, partiendo de la propia experiencia, un 47% considere que la dirección de equipos (léase el trato con personas, su gestión) es una de las funciones más difíciles, con lo que llegamos nuevamente a poner de manifiesto la importancia de las habilidades blandas en el rol directivo.

Ante dicho panorama tampoco sorprende que en general los trabajadores (49%), y en particular los de más experiencia y mayores de 45 años (50%), no tengan especial interés en ser promovidos a ‘jefes’. Sobre la base del estudio citado, con la mala imagen que tienen la mayoría de los ‘jefes’ -para más de la mitad de la muestra encuestada- no sería lógico pretender que éstos se sumasen a dicha categoría, si bien la encuesta Randstad aún cita dos motivos más: huída del estrés (82%) y rechazo al exceso de burocracia (63%)

Compartir el conocimiento y la experiencia con otros (89%), tomar decisiones y sentirse causa directa del éxito de la empresa (85%) constituirían los motivos elegidos por los encuestados para convertirse en ‘managers’. Da la impresión de que estos porcentajes ponen de manifiesto, precisamente, lo que los trabajadores echan de menos en quienes les dirigen.

Una de las conclusiones que plantea Randstad es que “las organizaciones deberían replantearse cómo definen y comunican los roles de sus directivos”, lo que podría ser muy cierto toda vez que numerosos trabajadores –todos lo hemos oído- aseguran desconocer a qué dedican tiempo y esfuerzos sus ‘jefes’…

Pero ya me empieza a parecer que estamos confundiendo el papel de la información y el alcance de la función de comunicación en la empresa si la usamos para enmascarar otras realidades cuyas causas no se corrigen sólo a base de planes de comunicación. Me refiero a la cultura de empresa, a su estilo, a las prácticas en vigor, al modo en cómo se declina el pensamiento estratégico, al catálogo de hechos que acreditan coherencia o desvelan arbitrariedad. En suma, al paradigma de empresa y la coherencia entre principios, políticas, planes y estrategias.

© jvillalba

De barcaza a jardinera

Alguien me ha dejado zambullirme en un libro que el autor le acababa de regalar con una dedicatoria que asciende con letra firme y decidida en diagonal, destinándole sus mejores deseos.

Me ha gustado surcar zambullirme en esas páginas surcadas de citas familiares que me han evocado algunas reflexiones.

Mi impresión es positiva y, como dice la solapa, «No estamos, pues, ante otro libro de autoayuda…»

Creo que estamos ante un ejercicio de catarsis que, partiendo de las emociones, las vehicula en un estilo epistolar, una autocarta o una misiva a sí mismo; es decir, una autoconfesión necesaria como punto de partida para elaborar un duelo y gestionar la situación. Así se comporta la psicología, y quienes la usan a su favor, demuestran inteligencia vital.

Me ha gustado acudir a esta confesión en voz alta, pues con independencia del estilo literario -que se deja leer y con soltura- contiene grandes ideas -no digo nuevas; tampoco digo que lo nuevo sea un valor o un valor en exclusiva- de las que me siento partícipe y resume en un decálogo una suerte de apoyaturas útiles para el autor, al que le devuelvo algunos comentarios:

Mi primera prioridad y ocupación, mi familia. En mi opinión, su principal angustia es ocupar el tiempo, que se contempla en las tres primeras reglas y en la novena (3×3). La segunda, cuarta y décima preocupaciones, cimentar su autoestima. Su tercer interés comprender el ‘efecto mariposa’ (las causalidades). La séptima y octava -familia y amigos- aluden a los depósitos emocionales, que se recoge también en la tercera.

Las reflexiones sobre las causalidades recuerdan a la doctrina Johnson Spencer.

El concepto que -dice- aprendió de Peters (“Yo, S.A.”), me parece que tiene un tratamiento contradictorio: en las páginas 20 y 21 parece representar el ‘sálvese quien pueda’, mientras que en las páginas 83 a 85 alude a la construcción de la propia marca, lo que se relaciona con la afirmación de la página 24 (“Eres lo que has construido”; aserto en participio pasado al que cabría retocar el tiempo verbal: Eres lo que construyes. En presente, pues es esta una labor inacabada)

La misma página 24 –en mi opinión- resta fuerza al mencionado decálogo, pues de las dos cosas fundamentales que comprendió, la primera es «Tu familia es lo más importante». Adoptando su estrategia -me permito la reflexión-, median 62 páginas hasta el decálogo, lo que demuestra que cuanto más cerca de la crisis más importante se rebela la familia (¡Jejeje!). Por algo será…

Me ha gustado la referencia a «La Chalana», reinventada como jardinera.

Reinventar no es sino aplicar las llamadas técnicas de recurso a la vida cotidiana, técnica que suele ser la base de las experiencias de supervivencia y que, en los casos que he podido estudiar, determinan la diferencia entre la vida y la muerte en situaciones de accidentabilidad y de catástrofes. (Añadiré al margen que a este tipo de planteamientos recurres cuando tienes que hacer algo y no cuentas con presupuesto, ya sea en la empresa o en la vida privada)

Como sabemos, la regla del 95% quizá deje el porcentaje todavía bastante alto; yo lo subiría, con generosidad, hasta el 97%, pero lo que el cuerpo me pide es situarlo en el 99% (así de mezquino resulta el contexto social.)

Hay un eje conductor que curiosamente soporta la confesión a posteriori y la dota de la fuerza que tiene el principio de realidad: el fallecimiento de un buen amigo. «Llena tus años de vida…» Si de causalidades hablamos, el insight de Fernando Marañón López le presenta, ante si, una muerte simbólica que le lleva a reinventarse; posiblemente fuera que le forzaron a morir y se vio forzado a renacer con otra identidad: «Si sólo eres el cargo que de momento tienes, un día no serás nada» (¡Gran verdad!)

¡Reinventa-te!

© jvillalba

Autor

Javier Villalba

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