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No más de quince espectadores nos reunimos el sábado pasado en una sala en la que se proyectó la última película dirigida y coproducida por George Clooney. Los que fuimos juntos convinimos, a la salida, que la adaptación merecía la pena; coincidiendo, esta vez, con la crítica mayoritaria.
El mensaje principal, sencillo: “el poder corrompe”. La trama, bien urdida. El guión, bien resuelto. La moraleja, consabida: la historia se repite. La conexión con nuestras vidas, creíble: “la ambición seduce”. La conclusión, el círculo está viciado.
Un político bienintencionado que cada vez que trazaba una línea sobre la arena se ve obligado a dibujarla un poco más allá del límite que se había impuesto (¿les suena?); renunciando a sus ideales.
Un director de campaña forjado en el esfuerzo y la lealtad que sale perdiendo (¿les resulta familiar?).
Un jefe de prensa con criterio y capaz, animado por unos ideales, que se termina hundiendo en el fango para (curiosamente) salir a flote (¿les extraña?).
Una reportera del Times que juega aquí el rol del ‘vidente del César’; simbólicamente representado por el jefe de prensa.
(¿No somos, cualquiera de nosotros o nosotras, los Césares de nuestros imperios?)
Los personajes, bien dibujados. El escenario, bien descrito. Un cabo suelto: la inexplicable muerte de una becaria que le permite al jefe de prensa extorsionar al candidato y quitarse de encima a quien antes le había aleccionado (familiar, ¿no?); exigencias del guión, en este caso justificadas, para sostener el leitmotiv del mensaje.
Un film de presupuesto ajustado en el que no se echan de menos otros efectismos, y cuyos beneficios llevan la etiqueta de exitosos.
Una obra adaptada para pensar y debatir, una película para la reflexión sobre la distancia que media entre las convicciones y la lealtad, pasando por la moralidad, en la que cobra un papel principal la comunicación como elemento central de nuestras vidas, que bien puede ponerse del lado de la transparencia como del lado de los intereses de parte, pervirtiendo lo que llamamos estrategia.
Un guión en el que los personajes se van autodefiniendo sobre la base del estilo de comunicación por el que finalmente optan, expresando así su personalidad, adaptando su manera de comportarse y fijando la visión del mundo que hacen prevalecer y, en consecuencia, de sus vidas.
Una cinta que les recomiendo porque su mensaje me parece ejemplar.
Decidan ustedes el precio del poder, o del supuesto éxito social; nuestra libertad también consiste en eso. En decidir quiénes nos proponemos ser y hasta qué punto somos capaces de lograrlo.
© jvillalba
Me gusta encontrarme, como esta mañana tomando un café, con notas sobre comunicación en la prensa. En esta ocasión, ojeando “20 minutos” (página 16), descubro un artículo promocional de Paula Arenas (“El abecé de la comunicación”), en referencia al libro de Matthew McKay, Martha Davis y Patrick Fanning –de próxima aparición- que lleva por título “Los secretos de la comunicación personal” y cuyo subtítulo centra el propósito, contenido y destinatarios del mismo: la mejora del propio estilo de comunicación, al servicio de las relaciones interpersonales, para el público en general (“Aprenda a comunicarse de manera efectiva en cualquier situación”). Un volumen editado por Paidós que bien puede clasificarse entre los de autoayuda. Bien.
Digo bien porque –en opinión mía; vaya por delante el matiz- los medios de comunicación también cumplen una función socializante, que se viene distorsionando, y cuyo primer escalón es el pedagógico. Me refiero a la formación de la población y a la generación de una opinión informada.
Y la comunicación necesita del apoyo de la prensa, en particular, y de los medios de comunicación, en general, para educar a la población en la importancia que dicha función relacional tiene; tanto en las distancias cortas como a mayor escala y por cualquier vía.
La inclusión de pequeñas notas como ésta, educativa, nos trae a la agenda de actualidad la importancia –en este caso- de una competencia que no se nos enseña en la escuela, que nos creemos que dominamos desde la infancia, sobre la que todos opinamos y que suele ser fuente de conflictos o ventajas, según como la convirtamos en acto y pase a formar parte de nuestra identidad.
Que no es un libro para especialistas, está claro; pero quienes lo sean en esta materia serán los primeros en comprender la trascendencia de educar a la población en técnicas de comunicación activa. Como también los profesionales de cierto nivel reconocerán inmediatamente la repercusión que la buena o la mala comunicación tienen en la trayectoria de mujeres y de hombres de empresa. Cuestión que tampoco nos pasa desapercibida en otros ámbitos de nuestras vidas.
Aún tratándose de una sencilla nota en un diario gratuito, la periodista tiene el acierto de destilar los elementos esenciales de la comunicación interpersonal en un apretado resumen y dejando claro el mensaje subyacente: si tiene interés en poner su estilo de comunicación de su parte, acuda a las librerías…
Cuantas más veces y desde más canales se emitan y reiteren estos mensajes mayores posibilidades de impacto y fijación tendrán; que es lo que nos está sucediendo con otros acontecimientos que mejor sería dejarlos orear.
Tomo esta anécdota para recordar la responsabilidad social de los medios de comunicación y el compromiso de los profesionales de la comunicación de atenerse al código deontológico profesional, que exige ponerse al servicio de la sociedad y de los ciudadanos, siempre del lado de la objetividad y no de parte de otros intereses. Sin exceptuar al periodismo de opinión que, debiendo atenerse a lo mismo, tiene ocasión de posicionarse, si se ofrece como tal y sin disfraz, y no con la apariencia de la verdad; como está ocurriendo.
© jvillalba
[podcast]
Interpelada por la ley del aborto, la actual ministra de cultura, Ángeles González Sinde, nos brindó un ejemplo de libro, que dio pié a la chanza en la que se cebó la radio de Libertad Digital en descrédito de una ministra que no deja indiferente y que se ha ganado la popularidad a pulso entre los internautas.
El corte radiofónico lo difundió la autodenominada cadena de radio generalista, esRadio, el 4 de marzo.
La enseñanza no aporta nada nuevo, simplemente es un ejemplo más de cómo los medios recrean, estuchan y distribuyen los productos para servir a sus propios intereses ideológicos, ofreciendo la información versionada, cuando no claramente interesada, envasando píldoras informativas amparados en el argumento de la carestía del tiempo o del papel, según el medio.
En esta ocasión parece claro que o la ministra no sabía la respuesta o no se había preparado para las posibles preguntas que podrían hacerle, lo que le llevó a balbucir e improvisar una respuesta pretendiendo mostrar conformidad con la postura de su partido. Queda claro que reaccionó de manera deslucida y, como suele suceder con los medios, un acto desafortunado de un personaje público, o de un portavoz, encuentra inmediatamente amplificación mediática –como así ha sido o como lo fue, no hace tanto tiempo, con el epíteto que verbalizara la presidenta de la comunidad de Madrid-.
Como se sabe, los ejemplos son numerosos.
© jvillalba
Uno se queda atónito si pretende reconstruir la realidad sobre la base de los titulares que vienen acostumbrando los medios de comunicación de masas.
Hoy le toca al que el día 3 se sirvió de esta guisa: “Una pareja surcoreana adicta a Internet deja morir de hambre a su hija”.
Si se queda ahí, el titular señala a Internet como causa del triste suceso, un medio nefasto que crea adicción y tiene más fuerza que el instinto de protección y custodia paterno filial.
¡Ahí es nada! Estando entre las funciones de los medios de comunicación la de la socialización, luego nos quejamos de cómo involuciona nuestra sociedad.
Para más INRI, el lead de la noticia reza: “En Corea del Sur la adicción a los juegos online es un problema social extendido”. ¡Otra vuelta de tuerca! La gente –en Corea del Sur– está en manos de una ludopatía propiciada por Internet. ¡Ojo, que nos puede terminar sucediendo a nosotros, si es que ya no nos está ocurriendo!
A poco que se fije mientras se despacha un café con leche y churros a las 07:00 am en cualquier bar de barrio, entre las copas de alcohol destilado que se mete el personal entre pecho y espalda (para desayunarse y llegar bien puestos al trabajo) y la contaminación acústica de las dichosas máquinas tragaperras, no soy capaz de decidirme por pensar si están más evolucionados en Corea del Sur que en España, donde se suceden tropelías a conciencia por doquier. ¡Vaya! Que hoy en día El Caso se forraría.
(Para no amargarme el día no quiero ni pensar en el número de víctimas que llevamos en el año ni en la cuantía de la accidentabilidad laboral ni en ese mediático descenso de los accidentes de tráfico)
Por lo que parece, no se trata de un caso de dejación de las responsabilidades maternas y paternas, por no hablar de la afectividad y el cariño hacia los hijos, máxime si son bebés, y por extensión hacia todos los críos y crías por afecto natural; lo que sería más difícil de comprender.
De lo que se desprende la noticia, no parece que sea un caso de inmadurez manifiesta, como tampoco consecuencia de un parto indeseado ni a consecuencia de un egoísmo cerval, rayano en una patología psicoafectiva. ¡No! Es un caso de adicción a la droga Internet.
(¡Oiga! ¡Váyase a paseo!) Y para más INRI, la información la sirve el Navegante de El Mundo. ¡Ver para creer!
Según el cuerpo de la noticia, la falta de atención de la pareja hacia su hija (que estaba aquejada de extrema delgadez) era una conducta habitual en sus tres meses de vida. La información también incluye el motivo de la noticia: significar que los coreanos del Sur tienen un auténtico problema de adicción a los juegos de Internet y, prueba de ello, es el argumento final: un joven de 22 años asesinó a su madre (parricidio = otro de los fantasmas a que nos puede conducir Internet) tras una riña motivada por dicha ‘drogodependencia’. Pero también es causa de muerte, en cuyo refrendo se dispara otro dato: el de un también hombre de 32 años que falleció por permanecer cinco días seguidos en un cibercafé conectado a Internet (acción que se subraya en negrita).
Y por poner de manifiesto el ejercicio mental al que nos quiere inducir el redactor, quedémonos sólo con la ayuda gráfica para la lectura rápida que nos presta, mediante los resaltados que van en negrita en el cuerpo de la noticia: dejaba habitualmente a su hija, para ir a un cibercafé, decidieron fugarse, pareja, que se conoció a través de Internet, conectado a internet.
Y completando el juego:
Edición España >
ADICCIÓN | Se pasaban doce horas jugando online
Una pareja surcoreana adicta a Internet deja morir de hambre a su hija
En Corea del Sur la adicción a los juegos online es un problema social extendido
dejaba habitualmente a su hija
para ir a un cibercafé
decidieron fugarse
pareja, que se conoció a través de internet
conectado a internet
La noticia hace 7 veces referencia explícita a Internet, además de referir otras 6 lexías o términos relacionados con La Red en 20 renglones, a una columna de 12 cm. Es decir, de las 232 palabras contenidas en cuatro párrafos, casi el 5% (4,7%) de los términos inciden directa o indirectamente en Internet:
- juegos de internet
- cibercafé
- jugando en internet
- delante del ordenador
- juegos online
- a través de internet
- jugando online
- juegos de internet
- juegos online
- cibercafé
- conectado a internet.
Sin embargo, al redactor le parece suficiente una mención del 1,3% para geolocalizar el suceso y dejar claras las consecuencias adictivas del medio, que, sin contar otros refuerzos estilísticos, en esta ocasión se ceban sobre una víctima indefensa que se menciona un 2,2% de las veces.
Al final, te quedas preguntándote qué aporta esta noticia, que hace referencia a una información de hace cinco meses, cuál es su valor, dónde reside la frescura del estilismo periodístico, cuál es la población de Corea del Sur, hasta qué punto es grave el problema señalado, cómo nos puede afectar… qué tengo que hacer para defenderme…
¿Cuándo nos atacarán? 😉
© jvillalba
Agitación y ríos de tinta ha provocado el titular conjunto del día 26 (“La dignidad de Cataluña”), publicado por la prensa catalana en un acto sin precedentes, que fue convenido por La Vanguardia, El Periódico de Cataluña, Avui, El Punt, La Mañana, Diarios de Gerona, Tarragona, Terrassa y Sabadell, Regió 7, Segre y El 9 Nou.
Llama la atención esta iniciativa regional cuando toda España reconoce la problemática general en la que estamos inmersos, mientras la prensa, obviando su papel de regulador social, nos distrae haciéndose eco de unos u otros intereses, según dicten los mandamases a los que sirven.
Llama la atención porque suficientes problemas estructurales nos afectan en estos días a todos los españoles como para que los medios de comunicación presten una labor social, ordenando la opinión pública, de manera que podamos acometer un plan negociado para salir de la crisis y que los efectos de ésta puedan minorarse lo más posible en beneficio del conjunto de la sociedad.
Pero no, los medios de comunicación lo que vienen haciendo –por lo general- es echar más leña al fuego, cebarse en el morbo, recrear diferencias, endurecer distancias, adoptar posturas antagónicas y recrudecer, en fin, los efectos que venimos padeciendo por ser incapaces de aunar nuestros esfuerzos en beneficio del conjunto de la sociedad.
Hay excepciones, por supuesto, y prensa equilibrada llamando al pacto y al entendimiento, pero su eco no resuena en esta otra realidad recreada que superpone intereses particularistas sobre lo colectivo.
España va mal… Y la prensa, al igual que el resto de los medios de comunicación social, juega un papel decisivo en la construcción social.
A mi lo que me ha llamado la atención no ha sido este acuerdo manifiesto, sino que dicha acción pone de relieve la falta de los titulares que debieran haberse pactado desde, por fijar una fecha, el verano de 2008.
Es un titular que suspende a la prensa española como los ciudadanos suspendemos a los políticos españoles, confrontados, incapaces de dialogar en defensa y representación del “respetable” -que somos nosotros- que esperamos, al menos de los poderes públicos, que demuestren que saben crear una sociedad mejor, que es para lo que se les paga –¡anótenselo!-. Así las cosas, deberíamos ‘echarles al paro’.
Retomando la imagen de la nave –la ‘Española’-, que tanto se ha manido en este último bienio, aquí lo que parece que impera es el sálvese el que pueda, y yo el primero (y a cualquier coste). Éste me parece a mi que viene siendo el discurso de la política española y una buena parte de los murmullos generales en los que los poderes públicos y fácticos están incursos y nos quieren hacer incurrir.
Doce ‘discípulos’ con un mensaje único han puesto de manifiesto el vacío de España en lo fundamental: en el bienestar del pueblo español y de los habitantes en este suelo; es decir, del “respetable”.
El papel de la prensa, se convirtió el jueves en papel mojado.
© jvillalba
Días atrás…
Según los medios –prensa, radio y televisión- estamos a la cola en el nivel de estudios de los países desarrollados: tan sólo un 51% de los españoles acaban de cursar la educación obligatoria.
Por el contrario, el titular de la nota de prensa recientemente difundida por el Ministerio de Educación reza: “El número de jóvenes titulados en educación postobligatoria crece en España por encima de la media de la OCDE”
Para el Ministerio, se intensifica el ritmo de mejora de la formación; nuestro sistema educativo mejora en 2 puntos el número de graduados en educación ‘posobligatoria’, debido al crecimiento de la FP de Grado Medio; cada año incrementamos un 7% el número de jóvenes que optan por una educación superior; y la esperanza de vida escolar se ha incrementado también debido a la universalización del segundo ciclo de infantil.
Pero la realidad que identifica el Informe español del panorama de la educación (indicadores de la OCDE 2009) está más en la línea de un crecimiento de la ignorancia y de un empobrecimiento cultural que se cimenta en tasas de abandono prematuro, mayor en el caso de los chicos, y que a diario presenciamos en la calle, vemos en televisión y no dejamos de escuchar en los noticiarios.
Ya sabemos que hay mentiras, grandes mentiras y estadísticas, pero lo cierto es que nuestra sociedad deja traslucir una inversión de valores que va en aumento –lo quiera o no el Ministerio, o el ministro- y muy probablemente las causas principales de esta mutación no sean otras que la pérdida de peso de la influencia familiar (de padres y madres), la menor adquisición cultural de que hacen gala muchos jóvenes (más que el colegio y la educación priman el dinero –fácil-, el sexo –sin seso- y la notoriedad –sin méritos-) y la influencia incremental y perniciosa de una buena parte de la parrilla de contenidos que nos sirven los medios de comunicación (violencia, sexo, enriquecimiento), que ladinamente informan de que notoriedad y éxito, cuando menos el enriquecimiento, están al alcance de personajes que otrora ni serían noticia ni podrían erigirse en modelos sociales.
© jvillalba
En cinco principios se condensa el enfoque publicitario que propone Pablo Alzugaray (Shackelton):
- La creatividad de qué; por contraposición con la metodología del Cómo.
- Interesar en vez de interrumpir.
- Desintegrar; hay que reescribir cada idea para declinarla en cada canal.
- Arriesgar; -como dijeran otros- “El riesgo está en no arriesgar”
- Nada comunica más que un hecho.
Pilar Lladó (Estudio de comunicación) se circunscribió a la magia del siete: cuatro principios para gestionar la comunicación, auxiliados por tres herramientas.
- La comunicación se construye desde el receptor, lo que explica la importancia de conocer al propio público.
- Con visión integral, transversal, estratégica y bidireccional.
- Gestionada por profesionales.
- El equipo interno tienen que complementarse con el equipo externo (la ayuda externa aporta objetividad, experiencia y medios extraordinarios)
Sobre la base de tres herramientas esenciales:
- Auditoria de imagen.
- Plan de comunicación.
- Manual de crisis.
Ángel Expósito (ABC) abogó por la verdad, no exenta de ilusión, y llamó la atención a los medios para que cambien el prisma, enfoque por la importancia que ya resulta necesario en este panorama español en el que parece haberse diluido la prensa de referencia, por oposición a la “otra”.
Es una realidad que todo el medio está demasiado politizado y no puede confundirse política económica con economía, con quienes la hacen, empresas y ciudadanos. Y ya va siendo hora de empezar a hablar de lo importante.
Se echa en falta una cultura mediática en las empresas y tampoco puede confundirse periodismo con publicidad. Las empresas tienen una responsabilidad muy importante en esta sociedad de percepciones y en la construcción de la agenda mediática, en la que muy pocos empresarios son visibles más allá de las juntas de accionistas y en donde no figuran los profesionales y técnicos hablando con verdad de productos y servicios, hecho que tiene más fuerza que cualquier anuncio publicitario.
A futuro no podrá sobrevivir el exceso de medios con el que contamos ahora y será necesario redimensionar el medio informativo, como también reordenar la economía, si bien nos conviene que subsistan todos los soportes informativos.
En este panorama actual, también la responsabilidad de los comunicadores es replantearse dónde dirigir la noticia.
Jordi Segarra (Segarreteres International) estableció un eje bipolar para comentar lo que la comunicación política hace -y no debería- y lo que recomienda que hagan en su lugar.
La comunicación política la formulan los políticos; deberían hacerla profesionales externos.
Se basa en la suposición e improvisación sobre el electorado; debería fundamentarse en la investigación.
Es un monólogo y debería ser un diálogo.
Se dirige a los políticos, cuando debería destinarse al electorado.
Se propone convencer; debería albergar el propósito de interesar para poder involucrar.
Naturalmente, las referencias a la campaña de Obama fueron constantes, como también se salpicaron ejemplos, referidos al gobierno y a la oposición, entresacados de los pasados comicios al parlamento europeo.
Los diez mandamientos de José Manuel Velasco (Dircom) se encierran en uno: “Hablarás menos y escucharás más”.
- No mentirás ni te mentirás a ti mismo.
- No ejercerás el periodismo.
- No dejarás que la realidad estropee un buen titular (titular y contenido han de ser coherentes).
- No idolatrarás a tu jefe (se trata de poner su ego al servicio de la organización)
- No robarás ideas a la competencia, salvo que sea inevitable (mejor será decantarse por aplicar bechmarking)
- No citarás en vano (no utilizarás citas en vano)
- No utilizarás la publicidad como arma arrojadiza.
- No levantarás falsas expectativas.
- No agredirás al español (la profusión de nombres extraños evidencia una falta de contenido en ese producto)
- Tratarás el presupuesto de los demás como al tuyo mismo (sin aprovecharse de la crisis para rebajar precios)
© jvillalba
Parece que en el ámbito político se han puesto de moda las ruedas de prensa sin opción a preguntar. ¡Indignante!
Creo que el tema de fondo es la pérdida generalizada de valores que impregna la sociedad actual en todas sus facetas, a excepción y a salvo de honrosas excepciones individuales.
Así, si los medios de comunicación se han prestado a servir a los intereses políticos y económicos, si han entrado a jugar ese juego, ¿por qué no dar el paso siguiente? Quizá algunas administraciones más y algunas empresas más hayan entendido el mensaje complaciente de algunos medios, antes reputados; que no hoy desde mi perspectiva.
¿Y qué decir de algunos licenciados en periodismo que hace años dejaron de ser becarios, asimilando aquí la beca con la oportunidad de realizar prácticas en el medio?
Opino, entonces, que la decadencia de la rueda de prensa también podría devenir de la subversión del papel que algunos medios de comunicación juegan hoy en día en el escenario hologramático en el que parece estarse convirtiendo la llamada realidad, como también la pérdida de estatus que algunos compañeros licenciados podrían estar transfiriendo al perfil de la profesión (como también sucede en mi ámbito del saber: la psicología); es decir, recreando un estereotipo profesional en el que se confunde la interviú con el juicio sumarísimo, la pregunta con la acusación o el insulto, el asunto con las ramas, la entrevista con la declamación, la crónica con la prédica ideológica o la objetividad con la veracidad.
Me sorprende que en la agenda mediática me haya pasado desapercibido el silencioso clamor de los profesionales reivindicando su papel mediador en la sociedad.
Tomo con agrado algunas iniciativas (FAPE) que, cuando menos, representan una muestra de rebeldía profesional en el contexto actual, que leo como una pancarta que dijera “Yo no juego a ese juego”. Y se echa en falta escuchar ese clamor para recuperar la confianza en los medios de comunicación; pues hay una diferencia -en absoluto sutil- entre estar al servicio y ser servil.
© jvillalba
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