[Hoy ‘Tolo’ se encuentra en la cumbre de nuestras mentes ¡Descanse en paz!]

La frase corresponde al gran alpinista y escalador Lionel Terray (1921- 1965).

Tolo Calafat (Sisha Pangma). Diario de Mallorca.¿Es inútil ascender a una montaña? ¿Tiene algún mérito exponer la vida en empresa tan arriesgada? Quizá el alpinismo sea una excusa para encontrarse con uno mismo, una manera de medirse, una forma de llegar a conocerse, de aprender de los propios límites… y de cultivarse para traspasarlos, una buena estrategia para regresar a la naturaleza y no olvidarnos nunca de nuestra condición y, desde ella, mejorarnos. El alpinismo enseña a ser buenas personas.

El alpinista es un hombre enfrentado a sí mismo, un corredor de fondo, alguien que sabe que depende, principalmente, de sí, pero un hombre gregario hermanado en la cordada, un elemento esencial en el equipo; no alguien más, sino él. La gente de la montaña lo sabe, la montaña de verdad enseña a descubrir la esencia del ser humano y el esfuerzo ayuda a comprender el verdadero valor de las cosas.

Cada sendero, cada ruta, cada ascensión, cada vía de escalada… son un camino para acercarse un paso más a la excelencia.

Un día divisas una cumbre, ves allí, en lontananza, una aguja afilada, el contorno de una montaña, su altura firme y magnífica erguida hacia lo alto… y ya no te la quitas de la cabeza, acaricias su recuerdo y no puedes más que convertirla en un proyecto, en tu personal aventura. Hay montañas que te atrapan con solo verlas, al intuirlas. Hay moles colosales que te magnetizan de tal forma que oyes su canto. Y tienes que ir a ellas para descubrir la verdad que te ofrece, desde su afilada cresta, el horizonte.

Las montañas susurran, pero sólo a quienes las escuchan. Representan un mundo y a parte, una experiencia iniciática en “el reino de la luz y del silencio” -que diría el también reputado Gastón Rebuffat-.

De la inscripción del templo de Apolo, al pié del Parnaso, tomó Sócrates (Siglo V aC) su principio de sabiduría: “Conócete a ti mismo”. Algunos creemos en este principio por influencia filosófica y por convicción psicológica, pero éste ha sido y sigue siendo una de las máximas del coaching, la piedra angular de la mejora personal accesible en el reino de la luz y el silencio. De la luz que procura el autoconocimiento cuando el silencio reinante te permite escucharte en puridad, sin ambages ni abalorios, hablar contigo y erigirte en un conquistador del valor más útil: tú.

«Te advierto quien quiera que fueres, ¡Oh! Tú que deseas sondear los arcanos de la naturaleza, que si no hallas dentro de ti mismo aquello que buscas, tampoco podrás hallarlo fuera. Si tú ignoras las excelencias de tu propia casa, ¿cómo pretendes encontrar otras excelencias? En ti se halla oculto el tesoro de los tesoros. ¡Oh! Hombre, conócete a ti mismo y conocerás al Universo y los Dioses». (Templo de Apolo, en Delphos)

Una conquista aparentemente inútil, que es la ironía que Lionell dedicó a quienes no lo entenderán jamás. Como sentenció George Mallory (1886-1924), nosotros vamos “porque están allí”

© jvillalba